Entré junto con mi hijo a una Farmacia Guadalajara a comprar un Melox, éramos los únicos clientes. Estaba en piso una chica de pelo chino amable y un joven delgado en caja. Me acerqué a farmacia, no había nadie, estuve llamando “buenas noches”, “¿hay alguien?”, mientras escuchábamos las risas y pláticas de los empleados en la parte posterior. Fui con la señorita de la entrada, ella los llamó y les pidió varias veces que salieran, el otro joven tocó el timbre en repetidas ocasiones pero ellos muy contentos seguían en su reunión social sin hacer caso.
La señorita trató de atenderme pero no supo en dónde estaba el producto así que les fue a preguntar. Salió el joven riendo, me preguntó qué quería, le dije en tono serio solo un melox, simplemente eso. Me contestó con burla ¿Me está regañando señora? Mi hijo de 14 años se molestó por su entonación y le dijo ¿Qué te da tanta risa? El joven, de manera despectiva y altanera, dijo que con él no estaba hablando. Le pedí al empleado que no se dirigiera a él que yo no lo estaba regañando que simplemente me estaba quejando como clienta porque llevaba esperando más de 10 minutos y que no se dignaban a atenderme. Casi aventando de mal modo el Melox sobre el mostrador dijo le cobran en la caja, su tono fue de una grosería inimaginable.
Me fui a la otra caja, le pedí al joven que estuvo tocando el timbre que por favor me diera un teléfono para quejarme pero me dijo que no se lo sabía. Le conté lo que acababa de suceder, me escuchó y me dio la razón. Le dije que todos en algún momento somos clientes y que a su compañero no le gustaría que lo trataran como él me trató a mí.
En fin, salí con un coraje y una impotencia que hasta me arrepentí de haberles comprado. Tenía mucha gastritis y salí peor, nadie compra en una farmacia por gusto, a menos que vayan por condones.
Mandé un mail con mi queja. Me respondieron que tomarían cartas en el asunto. No me enteraré de lo que le dijeron al chico pero lo que realmente importa es que, siguiendo los canales debidos, hice oír mi inconformidad. No cooperé a la violencia insultando o agrediendo al joven en defensa propia, me hubiera visto igual que él, ni dejé que mi hijo se expusiera alegando en mi nombre, me defendí a mi manera. Confirmo que si observamos bien todo es una experiencia, todo tiene un aprendizaje y cada quien decide desde qué espejo encarar la situación. Espero siempre cooperar a la empatía, tolerancia y el respeto.
Ya me desahogué, gracias por leerme.