Tenía 40 años cuando mi tercer hijo estaba a punto de nacer. No lo esperaba, no estaba en mis planes. Fue una absoluta sorpresa. Confieso que al enterarme de la noticia lloré mucho, lloré tanto. Tardé un tiempo en descifrar si se trataba de un error humano o de un designio divino.
Alguien me contó que las mujeres que se embarazan en una etapa madura obedecen al último suspiro hormonal de la naturaleza para generar vida. Sin embargo, me sentía vieja para ser mamá de nuevo; mi hijo mayor tenía doce años, y yo había planeado retomar mi carrera profesional, que había pausado por estar al cuidado de mi familia. Añoraba la independencia económica. Sentirme útil otra vez.
Entonces me invadieron miedos en torno a mi cuerpo y la salud del bebé.
Miedos sobre mi y edad el futuro. En mi mente hacía cuentas: cuando mi hijo tenga 25 años, yo tendré 65; demasiada edad para un hijo tan joven. ¿Tendré la energía necesaria para educarlo?
Mi embarazo fue saludable: un parto natural sin complicaciones. Fue varón, de nombre Matías, que significa “regalo de Dios”. Para entonces, por supuesto que mis lágrimas habían desaparecido. Una leyenda cuenta que antes de venir a la Tierra estamos en gracia en una estrella lejana. Cada alma escoge a sus padres de acuerdo con su misión y las pruebas que deberá vivir. Al momento de nacer, olvida la razón de su elección.
Hace poco le conté a mi hijo esta historia y le pregunté por qué me había escogido.
—Decidí que fueras mi mamá porque eres buena cocinera y, además, por ser inteligente —contestó.
La primera respuesta me hizo reír, pues si hay alguien con pocas habilidades culinarias soy yo. La segunda me encantó: ¡Soy inteligente!
En poco tiempo cumplirá 14 años. Ahora entiendo que su llegada me llenó de juventud, trajo alegría a casa y me enseñó que debo estar abierta a nuevos comienzos. Que tal vez mi naturaleza femenina aún no terminaba su tarea, o que el universo me utilizó como herramienta para un proyecto que todavía desconozco.
La vida tiene sorpresas que no es necesario comprender, pues todas obedecen a un plan de amor perfecto.
7 comentarios
Añade el tuyo →Wow!!! Me vi tan reflejada en ti!!!
Que bendecidas hemos sido con esas almitas que nos escogieron ya más grandes!
Que hermoso regalo del 4to. piso que recibiste!!! yo estoy en el y si llegara un bebé? Y si llegara…? Siempre me ví como una mamá de 4 hijos como la mía… Tuve una hermosa niña, alta bonita deportista la veo y doy Gracias a Dios, porque en ella me muestra su voluntad «Te regale una para que te dedicaras a ella para que en cada paso te pongas a prueba para que la ames con tanta intensidad como solo las mamás saben…» Adrianita la vida es bella y tiene sus propios planes… Gracias por compartirnos tu regalo y tú escritura, me la goce
Slnita,
Vamos a abandonarnos a los planes divinos.
¡Gracias por acompañarme con tu lectura!
Interestingly 🙂
Me encantó Adri, gracias por compartir.
Hola Divad. Así es, bendecidas somos.
A mi también me encanta la historia de que los hijos nos eligen! En verdad tuviste un lindo regalo de Dios ❤️