Siete casas vacías. Siete historias que arden, que cortan, que dejan un nudo en la garganta. Estos relatos existen entre pesadilla y realidad, asemejando extrañas y siniestras anécdotas de la vida diaria parecidos a cuentos de terror. Pero de un terror distinto, del que surge de los temores cotidianos de las personas, donde lo que para algunos puede ser absurdo, para otros son miedos irrefrenables.
Cada cuento es asombroso, con giros inesperados que me hicieron transcurrir sin saber a donde iba, perdida entre las páginas hasta llegar al final. Cada historia me ocasionó desajustes, estrujó mis ideas, me descolocó sin entender el porqué. Mi favorito fue “La respiración cavernaria.” Lola, la protagonista, es una anciana que conjura a la muerte cada día, pues sospecha que su vida ha sido demasiado larga. Lola cada noche desea morir. Cada mañana sigue viva. Entonces decide hacer una lista para no perder de vista su objetivo. Cree firmemente que “incluso en la vejez la muerte necesita de un golpe final.”
Una ficción del género fantástico bien escrita, honesta y sencilla. Logra que nos identifiquemos con los personajes, lugares y acciones por su retrato de lo cotidiano. Yo, sin ser Lola, sentí que era Lola. Parte de su personalidad perfeccionista, obsesiva y controladora han sido parte de la mía. También, como ella, entiendo lo que es vivir con dolor crónico: donde unos días son peores que otros y el invitado no deseado siempre está ahí. Me impactó además porque Schweblin describió a la perfección mi miedo —creo que compartido por muchos— de llegar a la vejez. Si es que ocurre, espero no tener una respiración cavernaria, que mi memoria no me traicione y el olvido no me domine. No quiero convertirme en una vieja amargada y resentida por vivir una eterna repetición del mismo día una y otra vez.
El libro obtuvo el premio Narrativa Breve Ribera del Duero en 2015, y en el 2022 ganó el National Book Award al ser traducido al inglés. Cada cuento es una maravilla que surge de la imaginación y el talento de Samanta Schweblin. Ojalá tengan oportunidad de leerlo.
Samanta Schweblin
Siete casas vacías
Páginas de Espuma
123 páginas