La señora Desdenes se siente desquiciada. Antes, a pesar de todo, lograba tener calma y control, ahora presenta episodios de enojo descontrolado, desesperación esquizofrénica y vacío existencial.
Se le ve reaccionar de maneras nunca pensadas. Azota puertas, voltea la cara indignada o abandona lugares sin despedirse en señal de que alguno o toda la concurrencia le ha ofendido por no acatar sus disposiciones o no estar en concordancia con sus apreciaciones. También pega gritos desesperados, «no propios de una dama».
Antes se molestaba por cosas usuales, por lo que todas las señoras comunes se desesperan; exigencias de su marido, imprudencias de sus hijos, comentarios de sus amigas o ineficiencias de algún prestador de servicios, los tiraderos en toda la casa, la falta de tiempo, el tráfico, y un grande etcétera de situaciones que, al final, con toda su genialidad encontraban remedio. Ahora no, ahora está totalmente desquiciada.
La desquician por igual los jóvenes sin valores como los vecinos que se estacionan mal, no entiende porque ya no quieren ir a misa o porque tienen que quedarse en este lado de la banqueta y no enfrente.
La desquicia tanto su perro porque últimamente tiene incontinencia, cómo es posible verse poniendo pañales a un can, si ella ya había puesto muchos en su vida.
La desquicia el aberrante gobierno, los impuntuales, los despeinados y los que no se comen toda la comida del plato. La desquicia que los demás no tengan atenciones con ella, olvida que ella sólo reparte reproches y regaños.
Su desquiciamiento alcanza índices graves cuando se ve en el espejo. Se le ponen los pelos de punta de ver tantas arrugas en su rostro, por más que se pone tintes, pestañas postizas, cremas con ácidos extraños. Los efectos del tiempo ya no se van, se han estacionado permanentemente en su rostro.
La han llevado al médico, él cual la declaró enferma de Expectavitis Aguda y Síndrome de Rigidez Crónico. Doña Desquiciada no enfermo de un día a otro. Ella logró llegar a este estado poco a poco. Cada vez que recibía un aire contaminado de frustración. El Galeno dictaminó que la única manera de curarse era evitar dichos virus, sobre todo la controlibatus y cuadraturis. Escribió en la receta valemadrismo, no-metichez y dos litros de Fluidex. Recomendó ampliamente mucha risa y terapia de autocompasión urgente. Ella llego a casa furiosa, ¿cómo se le ocurre sugerir que es cuestión de risa? Rompió la receta.
Últimamente Doña Desquiciada ha contagiado a toda la familia. ¡Qué barbaridad! Ya nadie los quiere visitar.
Creo tener cerca a varios contagiados y no quiero una epidemia en casa. ¿Saben si hay vacunas para dicha enfermedad?
9 comentarios
Añade el tuyo →Galeno.
¿Hablaras en parte por mi?
Por tantas, incluida yo!
Tal cual todas de tenemos algo de eso y más , mil gracias Lumela por no hacerme sentir que soy la única jajaja te mando un beso.
Híjole!
Qué dura realidad…
Hay que prepararse para no llegar a tal situación
También nos queda el saco a algunos desquiciados, gracias lume
La receta es clara, pero como algunas medicinas va a ser doloroso el tomársela.
Creo q los últimos acontecimientos vividos y los q vemos venir,no ayudan para alejarnos de estas frustraciones.Hay mucho trabajo por hacer.Felicidades Lume por atreverte!!
Muy real y divertido Lumela. La medicina ahí está. Hay que tomarla Me identifique en algunos momentos
Buenísimo ….