Hace poco asistí a una hermosa boda.
Últimamente son escasas.
Había olvidado la sonrisa radiante de la novia, la marcha nupcial que acompaña sus pasos en la entrada, las flores que perfuman el camino, el vestido de luna y su cola estelar.
La espera impaciente del novio en el altar y los azahares en su solapa.
El poder de las palabras durante el intercambio de anillos y el beso que sella una promesa.
Había olvidado también, que el amor inicia siempre con un sí.