Imagina

“Los libros para los más chiquitos necesitan alguien en el medio,
no solo que estén el libro y el niño:
para leerlos es necesario lo que yo llamo el triángulo amoroso”.
Yolanda Reyes


Saludé a cada quién porque todos son importantes.
Repetí sus nombres con el sincero afán de guardarlos en mi memoria.
¡Cuánto crecieron durante el verano!
¿Están listos para leer juntos otra vez?
Allí estaban los oídos atentos de una docena de pequeños. Las preguntas inagotables de Marta y Luis. La inquietud de Pedro. La alegría de Laura y el silencio de Juan.
Nos sentamos en el piso en un círculo maltrecho, me gusta estar al nivel de sus miradas; descubro en ellas intriga y sorpresa con cada oración que sale de mi boca. Leer en voz alta es un juego de palabras que va y viene con el aire.
Esta vez conté la historia de Bob, un pez globo que debe lidiar con un pulpo bravucón. Ayer fue el relato de una ardilla temerosa de la noche y antier la vida triste de una mujer que charlaba con el mar.
Ser “cuentera” en el jardín de niños es una tarea que llena mi corazón de gozo. Cada letra es una minúscula semilla que dará fruto. Esas cabecitas revoltosas serán un campo florido en un tronar de dedos.
Poco a poco comprendí que no soy solo lectora, sino una sembradora de ideas.
Grata labor la mía. Yo también florezco junto con ellos.

Antes de salir del aula les envolví en un gran abrazo. Todos sus nombres están ya escritos en mi recuerdo. Imposible olvidar su atención fugaz.

Soy parte de un intercambio infinito de palabras y recupero por arte de magia la capacidad de reír, imaginar y crear.

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