—Y dime, ¿por qué vistes de verde con ese gorro extraño en la cabeza? ¿cuántos años tienes? Te veo como un adolescente con mirada de niño y sonrisa suelta.
—¿Qué es lo que no puedes ver? Soy un niño y tú también lo eres. Veo tus grandes ojos negros llenos de curiosidad pero también con un dejo de tristeza. ¿Qué acaso has olvidado ya cómo se siente el viento entres tus dedos cuando corres? ¿o lo maravillosas que son las catarinas mientras caminan por tus manos? ¿o cuando tu única preocupación era que habría de comer al mediodía?
—No lo he olvidado, pero a veces la vida sucede y no te queda tiempo para recordar esas cosas. Al final de un día de trabajo, de ocuparme de familia y hogar, es poco el espacio a solas que queda para mí. Hay días que solo puedo dormir y soñar con lo que alguna vez fui.
—No es así, muy dentro de ti vive una niña. Si escuchas al silencio encontrarás su voz. Detente y observa, siempre hay belleza a tu alrededor. Encuéntrala cuando pises el pasto sin zapatos, cuando tus hijos rían por tonterías, cuando escuches la música que te alegra el corazón, cuando la luz del sol pasa entre las hojas de los árboles. Busca la alegría cada día, aunque tengas una vida sencilla, pues es la única manera de permanecer viva.