¿Navidad sin fe?

Navidad sin fe parece un sin sentido.

La Navidad, me enseñaron, era el cumpleaños del niñito Jesús.

Veo a miles felices de vivir la fecha, aun sin pensar un solo segundo en Jesús.

De niña era diferente para mí. Comparo las navidades de mi infancia con las navidades de ahora. Cuando era niña vivía navidades llenas de símbolos religiosos, los cuales me recordaban continuamente que nacería el Niñito Jesús. Y parte de la “magia” era saber lo enormemente bendecidos que éramos todos con su llegada. Esas celebraciones, que tenían significado para mí, quizá ya no lo tengan o no lo hayan tenido nunca para muchos otros.

Mis navidades me gustaban por estar llenas de familia querida, primos, tíos cariñosos, abuelos apapachadores. Las luces, decoraciones y regalos reflejaban el buen espíritu que se sentía entre todos. No eran todos estos adornos por si mismos los que me apantallaban, realmente me alegraba que anunciaban una convivencia especial.

Aunque la fe es una creencia personal, nos ha marcado a todos, creyentes o no. Con fe o sin fe, aquel nacimiento transformó a toda la humanidad. Nació hace 2022 años, murió y no se fue. Así como los reyes lo visitaron y lo hicieron universal, Dios llega a todas las casas y lugares donde se celebra la Navidad. Aunque parece que se nos quiere olvidar el sentido de donde venimos y a donde vamos, la Navidad, llega a recordárnoslo.

En pleno 24 de diciembre de 1914, durante la primera guerra Mundial, las tropas alemanas decoraron sus trincheras y entonaron Silent Nigth, a lo que los soldados ingleses respondieron con más villancicos. En medio del  horror de la guerra, hicieron un paréntesis para estrechar la mano de sus “iguales contrarios”  y jugar un amistoso partido de fútbol, olvidándose de la guerra. Así en las peores situaciones de la humanidad se ha celebrado la Navidad como un paréntesis de esperanza, de unidad, como una brecha de paz.  Y entonces en la misma mesa se sientan como iguales los contrarios, los diferentes, los que olvidan sus rencillas.

Independientemente de la fe que se profese, o de que no se profese ninguna, el cristianismo nos ha marcado a todos. Porque eso de poner la otra mejilla, de querer a otros como a uno mismo y de un Dios hecho hombre cambia la perspectiva de todo.  

Si la Navidad es un tiempo de paz, de unidad, de reconciliación, de sentarte en la mesa con el familiar que no te cae tan bien, de desearle bien de corazón a aquel con el que has tenido diferencias, de un intercambio al azar, si quien menos te lo esperas necesita de ti, y estas para él, entonces sí vives la Navidad celebrando el espíritu del cumpleañero. Tengas o no fe; gracias por tu contribución, porque eres de los que forman parte de la celebración verdadera.

¡Feliz Navidad!

9 comentarios

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Ésta relación que compartes me lleva a reconectar con la verdadera esencia de este festejo y compartir con otro semejante la esperanza en la humanidad y el amor a través de algo que ese otro pueda disfrutar!

Gracias Lumela

Excelente reflexión…. Y así es…
Al paso de los años y según la época que hemos vivido… el sentido de la Navidad sigue siendo el mismo Nació El Salvador!
Aunque a veces nos olvidemos de eso

Lume,
Muy me haces volver a lo básico pero lo más importante, el origen de la celebración.
Mis hijos en edad de que todo quieren y a la vez nada, de que las tradiciones son más una obligación que un gusto, sé que un día serán estafeta de la tradición pero cuánto más estafeta de la Fé.
Un fuerte abrazo y que sigas recibiendo la inspiración para escribir y hacernos pensar!
Feliz Navidad!

Me encanta tu reflexión Lume, siempre tan sencillamente atinada. El nacimiento de Jesús es el nacimiento de la fe, de saber que somos capaces de amar y de hacer como Él.

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