Mi primer encuentro con la homosexualidad fue muy traumático. La primera persona que me confesó su preferencia sexual me dejó literalmente con la quijada en el piso. No podía creerlo: ¿cómo?, ¿por qué?, ¿de qué manera yo había influido? Fueron preguntas que me hice a lo largo de varios meses tras su confesión. No entendía por qué mi hermano de vida había sido tocado por los demonios de la perversión sexual, ¿en qué momento?
Yo tenía 20 años. Con mi hermana y otros amigos nos presentamos como extras en una pastorela celebrada en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. El despertar gay de mi amigo había sucedido allí. Pasé noches enteras sin dormir, pensando que no debimos haber estado en contacto con tanto artista, pues de seguro había sido a causa de ese ambiente tan perverso. Pero ¿qué coño estaba pensando?, ¿por qué se había «enfermado»?, ¿qué podía hacer yo para ayudarlo?
Y sí, ¿qué coño estaba pensando YO? En ese momento no comprendía lo que sucedía porque, a mi corta edad, siempre había escuchado que la relación homosexual «es pecaminosa», que «no es normal», que seguramente mi amigo había sido «tentado» por su novio y que de seguro es «algo que se puede curar».
Hoy doy gracias por este hombre en mi vida. A partir de ese momento empecé a comprender la realidad del amor en las parejas del mismo sexo. Siempre estuve presente en sus relaciones; con él asistí a antros gay donde las coreografías de las canciones de moda se hacían a la perfección. En esos lugares donde se hacía lo mismo que en un antro hetero: bailar, divertirse, ligar… Aprendí el léxico gay, lo que era ser «de ambiente». Junto con él disfruté esa etapa y descubrí un mundo lleno de colores paralelo al mío, en el que hay grandes ideales; cuando te liberas, puedes ser tú mismo pleno y feliz.
Poco después, él y algunas vueltas me llevaron a trabajar en una empresa multinacional de una marca de prestigio en la que un gran porcentaje de sus empleados son de la comunidad LGBT, hombres y mujeres trabajadores y talentosos: maquillistas, publirrelacionistas, directores de marca… Justo ahí conocí a los dos mejores amigos que el universo me pudo regalar, dos seres humanos excepcionales, llenos de magia, cargados de amor, complicidad, enseñanzas, consejos y sabiduría; cada uno es extremadamente especial, y que sean parte de mi familia por elección me hace sentir orgullosa y agradecida todos los días por su existencia. Y sí, también son homosexuales.
Para mí el amor no tiene color ni edad; el amor heterosexual, bisexual, homosexual, binario, no binario y cualquier etiqueta que le quieran agregar es solo amor. No está relacionado con sexo ni género, edad, religión ni color de piel. No tienes que pedir permiso para sentirlo ni salir de un clóset en el que nadie debió encerrarte para poder vivirlo. El amor es el amor, y cada quien es libre de vivirlo como quiera, sin ser juzgado o abusado.
Si a alguien no le gusta o no lo comprende, sencillamente puede dejarlo pasar, porque seguramente será más doloroso tratar de cambiar algo que no va a cambiar, que dejar vivir libremente.
8 comentarios
Añade el tuyo →Que lindo Mai, eres un amorts y que linda tu forma de pensar y obvio de libertad, entiendes claramente lo que es el amor.
Te súper Quiero ♥️
Te adoro corazón y agradezco siempre tu hermosa presencia en mi vida.
El amor en todas sus formas es hermoso y me encanta que poco a poco este mundo permita a todos amar libremente.
Amiga gracias, espero que si, que el mundo permita amar libremente y todos estemos orgullosos de nosotros mismos, sin más muertos, represalias o conductas irracionales. Abrazo
Tenemos como
humanidad aún un gran camino de amor y aceptación por delante.
Gracias por crear conciencia e inspirar con tu texto
Gracias a ti Macri, por ser parte de esta historia.
Vive y deja vivir. Mil gracias por compartir tu experiencia, que padre que tienes la oportunidad de tener amigos que enriquecen tu vida.
El amor es amor y respetemos, cada quien es libre de elegir su vida