La cosa de ser mamá

Desde pequeñas hemos aprendido que la misión de vida de una mujer es ser madre. Primero deberíamos tener claro qué es la misión de vida. En realidad, es eso que tanto te gusta hacer y que hace bailar a tu alma y cantar a tu corazón, y no, ser madre no debería ser la misión de vida de todas las mujeres solamente por el hecho de haber nacido con este sexo.

Hay madres que han sido forzadas a serlo por un mero compromiso social; madres que, sin quererlo, fueron violentadas a serlo; así como madres que lo son porque lo soñaron desde siempre. Otras mujeres se convencieron más tarde de la maternidad, y ya no les fue posible debido a su edad —lo cual no es del todo cierto, pero ese es otro tema: el embarazo geriátrico sí tiene posibilidades. Otras hicieron todo lo posible para serlo, pero su cuerpo no pudo gestar —sin embargo, lo fueron por días o meses. Por otro lado, madres trans que pudieron serlo después de un largo proceso.

Durante el embarazo empiezas a dejar de ser tú, un poco: tu cuerpo comienza a modificarse en mil formas; en tu interior todo se mueve; tus hormonas literalmente se vuelven locas. Tu vida inicia una transformación. Yo tuve cuatro, dos no logrados antes de cada uno logrado, y con esto obviamente mis emociones se fueron de arriba abajo en segundos, como si estuviera en un juego mecánico: a veces lloraba; otras, reía como loca sin razón, y había veces que ni siquiera sabía cómo llamar a lo que sentía.

Pero sí, confieso que los momentos más mágicos y especiales de mi vida los viví un viernes 26 de septiembre a las 19:21 h y un sábado 1 de septiembre a las 10:25 h. Engendré dos seres que han sido mis maestros de vida y con quienes he disfrutado la experiencia de la maternidad, en la que aprendo a diario —a veces repruebo; a veces exento. Lo bello e increíble de esta experiencia ha sido aceptar que soy madre, pero sigo siendo Myriam, pues a veces me olvidaba de ser yo misma.

Hoy he aprendido que para que los demás estén bien, primero debo estarlo conmigo misma. Mi experiencia me dicta que hoy debo compartir un abrazo con todas aquellas mujeres que no son madres y con todas las que lo somos; porque cada una es única e irrepetible. Lo que deseen ser no existe; ustedes ya son.

Felicidades por ser ustedes mismas.

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