Nuestro universo común

El universo está formado por miles de millones de galaxias siempre en movimiento. La Vía Láctea es la galaxia en que se encuentra nuestra estrella, el Sol. Por supuesto, también nuestra casa, la Tierra, donde habitamos más de 7 mil millones de personas. El lugar común de los terrícolas.

Yo vivo en la región de América del Norte, en México, un país de 127 millones de habitantes. De ese total, más de la mitad somos del sexo femenino. Me encanta habitar este cuerpo con las curvas y rectas que eso implica.

Todo cuanto he mencionado me ha sido dado por voluntad ajena. Pero si hubiera tenido la oportunidad de elegir, seguramente viviría en la Tierra con el Sol despertando por el este, nativa de un México de contrastes; y mujer, por supuesto.

Soy afortunada, comparto memorias, ideas y cariño con mujeres que he encontrado en las andanzas de la vida. Mis hermanas de tribu. Las invaluables amigas de la niñez. Las cómplices de los primeros amores. Las universitarias con proyectos innovadores. Las profesionistas con los pies en la tierra y la mirada en el futuro. Las madres solidarias en la crianza de los hijos. Las vecinas que se volvieron familia. Y muchas más.

Hay un grupo de mujeres que actualmente ocupa mi atención, con quienes no solo comparto un espacio o un tiempo concreto, sino un sueño. Nos une una pasión colectiva, un quehacer cotidiano. Somos tejedoras: con hilos invisibles unimos palabras, rescatamos ideas, zurcimos recuerdos, pero sobre todo creamos historias.

Quisiera decir que nos parecemos, pero no. Somos muy distintas. Eso nos complementa.  Nos ayuda a ser plurales, diversas, únicas.

Creo que nos encontramos sin buscarnos. O tal vez anduvimos buscándonos, sin darnos cuenta. Nos gusta leer. Nos gusta escribir. Por un momento, creí que nuestro lugar común eran las letras, pero no. Lo que nos une es nuestro cerebro. Es allí donde procesamos todo lo que percibimos a través de los sentidos. Es la bodega de emociones y conductas. El archivo de nuestra memoria está abierto las 24 horas para crear historias fantásticas. Millones de neuronas se sintonizan para absorber y analizar rápidamente nueva información. El hipocampo trabaja como un sistema de edición de contenidos mediante recuerdos recientes y pasados, que opera sin pausa editando cada escena de nuestra vida.

El hipotálamo, por su parte, produce la hormona de la oxitocina, que controla nuestros sentimientos y emociones. La sal y la pimienta de nuestros textos. Por último, me gustaría comentar que el cerebro se constituye por dos mitades: el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho. El primero se vincula con el lenguaje, mientras que el segundo está relacionado con la imaginación y la creatividad (sin duda, nuestras herramientas favoritas).

Leí que el significado de las palabras se forma en nuestro cerebro. Nosotras lo único que hacemos es escuchar el dictado de nuestra mente. Sí, esa es nuestra oficina. El punto de encuentro. Nuestro universo común.

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