Son muchas las cualidades de este mamífero cuadrúpedo con cola y garras retráctiles. Posee más de 200 huesos que le permiten gran flexibilidad y elasticidad. De allí proviene sin duda una de sus siete vidas. La segunda es gracias a sus bigotes, que le permiten una función sensitiva sin igual. Las cinco vidas restantes son producto de la buena suerte.
En el barrio donde vivo hay un sin fin de gatos vagabundos que pasean despreocupados por las calles. Se alimentan de roedores, lagartijas y restos de basura.
Les encanta la emoción de la persecución así que hemos encontrado decenas de tórtolas desplumadas y palomas despechadas.
Por la noche se apoderan del vecindario comunicándose entre ellos con ronroneos y maullidos sin el menor recato. Lo peor es en la época de apareamiento. Leí que las hembras son “poliéstricas estacionales», lo que quiere decir que pueden experimentar repetidos celos sobre todo en la primavera y el verano. Sus bufidos aterran a cualquiera. A veces parece que un niño llora, otras que una mujer grita, podría jurar que emiten el mismo sonido de las almas en pena.
El resultado de su vida desenfrenada ha generado una reproducción descontrolada.
Por si fuera poco, el intenso olor a orina se ha adueñado de jardineras y cocheras.
Hemos llamado al Centro de Control Animal sin éxito. Dicen que no hay sitio en el albergue. Que no se dan abasto con tantos gatos huérfanos.
He recurrido a la naftalina, al vinagre blanco y a los rociadores de agua para alejar de mi propiedad a los intrusos.
Es una solución pasajera pero al menos encuentro calma por un tiempo.
Supongo que algún vecino con menos tolerancia tomó cartas en el asunto, porque en lo que va del mes han aparecido varios gatos muertos en un terreno abandonado. Dice el conserje que todos los cadáveres tenían la boca abierta, los ojos desorbitados e hinchazón de vientre.
Nadie en la colonia hizo comentarios. Ni levantó queja alguna. Tal vez todos somos cómplices de este acto despiadado.
Mi culpa estriba en el deseo de una muerte gatuna masiva y pronta. Si sumamos las intenciones iracundas de un centenar de vecinos se cumple el crimen. Se acabó el problema.