Unos minutos sola en la banca

Ay, casi no puedo hablar, es que estoy muy emocionada.

De niña en mi casa las mujeres teníamos prohibido andar solas por la calle. Siempre que salía, sin importar a donde fuera, era acompañada de mi mamá o mi papá, o de alguno de mis hermanos. Jamás puse un pie en la calle sin el permiso de ellos y mucho menos sin la compañía de un mayor. De joven podía salir sólo con alguna de mis hermanas, pero solo de día y a algún mandado de mi mamá. Nunca a una fiesta ni a pasear. De noche, ¡Qué esperanzas! Ni siquiera se me ocurría pedir permiso. Todas las salidas eran acompañadas de mis hermanos. Cuando me casé, pasé a ser vigilada por mi esposo. No me permitía salir si no era con mi suegra o mis cuñadas o con él. Aun cuando tuve hijos, siempre salí acompañada hasta para ir a la tienda de la esquina, a donde fuera. 

Ahora, a mis 65 años, después de 50 de casada, después de toda una vida, me decidí. No me importó, ni sé como no me dio más miedo. Él estaba dormido frente a la tele encendida. Tenía muchos días buscando el momento para salir sola, así que al verlo dormidote agarré valor, cogí mi bolsa y me salí sin que se oyera la puerta.  

En la banqueta me quedé parada. Me empezaron a temblar las piernas. Mejor me regresé y con un hoyo en el estómago le avisé a mi hija. —Ahorita regreso. — Ella solo dijo ­si mamá sin prestar mayor atención. Volví a salir pero ya no me paré, mejor corrí, así ya no me temblaron las piernas. Corrí y corrí hasta el parque. Me senté en una banca, respiré profundo y cerré los ojos para sentir el aire y el sol. El corazón me latía a mil por hora, pero me quede quieta. Muy quieta. Por primera vez a solas conmigo. Tenía electricidad en todo el cuerpo. Observé a los pájaros volar. Sentí los árboles sonar a mi alrededor.  Había niños jugando y riendo. Todo pasaba como en cámara lenta hasta que una pareja me saco de mi concentración, su discusión me hizo volver. Sentí que me estarían buscando así que después de disfrutar ese tiempo a solas, volví corriendo muy rápido a casa. Al entrar, mi esposo seguía roncando. Mi hija dijo que qué rápido había regresado. Entonces me di cuenta de que solo habían sido unos minutos los que me fui. Pero ya lo hice y me siento feliz. Ahora lo haré otra vez, aunque él se de cuenta, ya no me importa si hace un berrinche o me deja de hablar. Ya estuvo bueno de que me controle la vida. Si ustedes van y viene a donde les plazca, ¿por qué yo no? 

Lloro al contarles, pero al mismo tiempo no he dejado de sonreír, estoy feliz, ya di el primer paso. Me hicieron creer que yo no podía decidir nada y que el peligro estaba en todas partes cuando no es verdad. Creí que así vivían todas las mujeres y ya me di cuenta de que no. Así que con la ayuda de Dios seguiré y aunque me duele el estomago de pensar en la siguiente vez que me escape, ya di el primer paso y no pienso parar. 

8 comentarios

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Que bonito reato Lume! Y bien dices es la historia de muchas mujeres. Aunque es increíble que en e 2022 siga sucediendo … un abrazo!

Lume todo lo que escribes es maravilloso te mando un gran abrazo y siguenos compartiendo todo lo lindo que sale de tus lindos relatos

Lo que más me gusta es cómo describes las emociones. Las pasas a los demás. Ese problema sigue existiendo en muchos lugares del mundo. Tristemente. Pero el final está feliz y lindo. Gracias por compartir. Te quiero mucho amiga.

Y al pasar de los años, ves y sientes cómo todos vivieron su vida a su manera, y cómo vivieron tu vida a su manera. Siempre tratando de no molestar a nadie, no importa que pasen por encima de MI.
Excelente todo lo que escribes Lumela

Me encantan tus relatos!
De una u otra forma resuenan en mí.
No será el mismo caso de este relato, pero en muchas otras formas, estamos con en esa disyuntiva de libertad y amor a nosotras mismas!

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