Un amigo que practica el canto dice que todos podemos hacerlo. Es cuestión de disciplinar la voz.
De igual manera creo que cualquiera puede escribir. Basta con aventurarse en el mundo de las letras.
El primer gran paso es leer. Después son muchos pasos pequeños para empezar en la escritura.
En mi caso inicié de manera personal, con algo íntimo. Al igual que muchas adolescentes llevé un diario donde anoté todo lo importante, también todo lo pequeño. Lo hice durante muchos años. Aún los conservo. No sé si me atrevería a leerlos. Creo que sería invadir la privacidad de una joven que guardó sus sentimientos en papel.
Después llegaron los amores, escribí tantas cartas como besos. Esas tampoco puedo leerlas pues están en poder de sus destinatarios.
Y no sé si podría vivir de nuevo esa época idílica.
Hoy intento hacerlo de una manera más formal. Cuidando puntos y comas. Tiempos y modos. Voces. Gerundios y participios.
Hay muchos maneras de escribir. No se trata solo de un ejercicio mental sino también emocional.
Escribir es hablar en voz baja. Es interpretar la realidad y jugar con ella para después transformarla.
Es una tarea que implica movimiento.
Escribir es un acto creador que no solo rescata o inventa historias sino que las hace inmortales.
A veces me invade el temor y callo.
Otras recobro el valor y lo vuelvo a intentar. Lo más duro son mis propios juicios.
No sé si habrá quien me lea, no sé que tan lejos llegará mi mensaje.
Todo es cuestión de aprender a respirar, no forzar la voz y dar la primera nota.