No sé si a ti te pasa que cuando se acerca el fin de año tienes un deseo profundo de volver a empezar. De hacer las cosas de una manera distinta, mucho mejor que la última vez. No me refiero a la lista tradicional de retos o intenciones para el año venidero sino a una planeación detallada y profunda de un tema que te ayude a ser mejor.
Prepararme para la vejez es mi objetivo en esta ocasión, a primera vista es un título que espanta porque nos han programado para no perder la juventud. Así que empecé por reconocer y aceptar mi edad cronológica. Estoy en el quinto piso, soy una mujer que transita la madurez. Para bien o para mal, jamás utilicé cremas antiarrugas, ni recurrí a cirugías estéticas ni siquiera teñí mi cabello a pesar de la aparición de indiscretos hilos de plata. Considerando la edad promedio de vida en el país ya transité las dos terceras partes de mi tiempo en la Tierra. Es decir que cada día que resta adquiere un precio invaluable y debo prepararme para disfrutar de la última parte con calidad y plenitud.
A veces hecho una mirada a la vejez de mis padres, sin juicio y con respeto trato de aprender de sus aciertos y errores. Por supuesto que lo material es importante. Un techo es imprescindible pero más aun con quien compartirlo. La buena salud es otro punto por considerar, pero sobre todo la actitud con la que superas la enfermedad.
Hace poco conocí a un grupo de personas mayores de ochenta años. Había en todos ellos energía vital que llamó mi atención. Su secreto era una profunda espiritualidad y un plan de acción concreto. Una de ellas vende suplementos alimenticios, es independiente y líder de su grupo, su servicio es capacitar y
apoyar en el emprendimiento a otras mujeres. Otra más se dedica de manera voluntaria a educar a los adultos de su comunidad y a pesar de vivir sola nunca lo está del todo.
Así que además de hacer un listado de actividades que considero importantes para mi cuidado, en el área de alimentación, ejercicio, descanso, meditación, chequeos médicos, temas de seguros, pensión, casa habitación … También empecé a profundizar en las cosas simples que alimentan mi espíritu y que me permitirán sentirme viva sin importar la edad que tenga.
No sé cuántas veces más veré salir el sol. Bien vale la pena la incertidumbre. Eso hace que cada día sea un tesoro.
Ilustración Hülya Özdemir ®
2 comentarios
Añade el tuyo →Envejecer es todo un teman Adry, pero sobre todo una bendición poder hacerlo con dignidad y plenitud. Gracias.
Que bella reflexión Adri. Quisiera llegar a tu lado a la vejez. Un abrazo.