Vivimos en una sociedad con una cultura patriarcal establecida desde los inicios de los tiempos: creados todos de una costilla de Adán, hemos vivido en clanes, reinados y presidencias gobernados mayoritariamente por hombres.
Desde siempre, el poder en general ha sido ejercido por el sexo masculino; sin embargo, cuando hablamos de la paternidad generalmente lo hacemos desde la mirada femenina y así juzgamos o establecemos cómo debe ser la paternidad: el padre debe trabajar todo el tiempo y ser el proveedor de su hogar; no puede externar libremente sus emociones porque se mostraría débil ante su familia; el padre debe «ordenar» el hogar, ser fuerte, tomar las decisiones y ser el pilar de su casa. Todas estas ideas hondamente arraigadas en la sociedad mexicana desde hace mucho tiempo, las cuales a diario nos cuesta trabajo desechar.
Mi padre es el tercer hijo de un matrimonio en el que abundó el miedo, el dolor, el desamor y las limitaciones económicas. Desde niño trabajó para ayudar a su madre, además de hacerse cargo de su hermana menor como si fuera su hija. Por su parte, don Emilio, mi abuelo, no se hizo responsable de él; al contrario de mi papá, creció consentido y falleció muy joven a causa de una cirrosis provocada por su alcoholismo.
A los 28 años mi papá se casó con mi mamá y tuvieron cuatro hijos —yo, la menor de ellos. Ha sido un hombre trabajador, echado para adelante; con solo estudios de primaria logró inspirar a que tres de sus hijos estudiáramos una licenciatura. Hoy a sus 84 años ha sobrevivido dos infartos y un cambio de vida radical desde hace dos años: no solo ha dejado la ciudad que ama, sino también todos esos estereotipos masculinos, ya que es un hombre que lava, plancha, trapea, masajea a su esposa con amor y, de vez en cuando, cocina —y lo hace muy bien.
En su vejez se ha vuelto un padre consentidor, apapachador, divertido y presente en nuestras vidas. Me ha demostrado que los errores se perdonan, se olvidan y nos dejan enseñanzas para tratar de no repetirlos, y que si los repites, entonces empiezas de nuevo; y que hoy solo vale la pena vivir el momento en amor, vivir siempre en amor.
11 comentarios
Añade el tuyo →Mi abu es un gran ejemplo de un hombre y padre de verdad <3
Te amo nena!
Orgullosa de mi padre un hombre extraordinario de todo lo que ha logrado y sigue creando, y de mi hermana que escribe tan bonito .Los amo.
Gracias te amo.
Querida Mili me dio mucho gusto leer tú escrito sobre tu papá (Güero) como le dices, es un Gran Padre para sus hijas e hijos y un abuelo juguetón, platicador, amoroso con su nieto y nieta. Pido Dios esté con nosotros mucho tiempo más. Me siento muy orgullosa de tus escritos. Sigue así te amo y bendigo.
Gracias mami por siempre impulsarme, inspirarme y acompañarme. Te amo.
Me encantó conocer a este gran señor a través de tus letras; Lo enalteces y lo honras con cada una de ellas.
Gracias por compartir.
Gracias por tus palabras ❣️
Las relaciones con nuestros padres van evolucionando. Gracias por compartir la manera la historia de tu papá.
Evolucionar y siempre con amor, gracias a ti
¡Me encanto!