Me sabe a añoranza, me huele a nostalgia

Yo, que  defino y catalogo mi vida a través de olfato.

Yo, que disfruto tanto el sabor de la comida.

Yo, que podría sobrevivir en la selva confiando en mis sentidos.

Yo, que tanto los valoro, 

Hoy los he perdido. 

No huelo, nada me sabe. 

¿Para qué meterme a la boca esa galleta suave con chispas de chocolate si no percibo ni rastro de su esencia?

Es una vil tortura y falta de respeto tener frente a mí unos deliciosos y esponjosos hotcakes rebosantes de frutos rojos y miel de maple que escurre formando un charquito dulce y delicioso en el plato. Sus colores vibrantes los hacen parecer una obra de arte pero al comer el primer bocado se vuelven grises, parcos, opacos, sin vida; una masa muerta que solo cumple su función de satisfacer el instinto básico del hambre pero nada más.    

Me intriga y obsesiona no saber qué provoca que se cancelen estos dos sentidos cuando te da COVID; ¿taponea las glándulas? ¿adormece las papilas gustativas? o ¿se va directo al área del cerebro que regula estas funciones? Google dice que se produce una inflamación en el neuroepitelio olfativo y que en algunos casos no solo se inflama sino se daña #OMG. 

Descubro varias cosas: el bolo alimenticio sinsabor de todos modos tiene una consistencia agradable, conforme roza mi paladar y mejillas internas siento el placer del tacto es bueno saber que aún tengo sensibilidad en la boca. Y cocinar es un proceso que se basa en la intuición de las cantidades exactas de los ingredientes, responde a años de preparar lo mismo es lo bueno de tener un menú reducido #jajaja.

Si no hubiéramos nacido con la capacidad de degustar y de olfatear comeríamos por necesidad, habría menos obesidad seguramente. Tampoco sabríamos qué es oler rico o feo así que podríamos estar parados a un lado de una persona que no se ha bañado en 2 años y no oleríamos nada, o podríamos abrazar a esa señora con perfume floral atosigante y ni siquiera distinguir que el olor se nos quedó pegado en la ropa y en el pelo durante todo el día. 

Sin estos sentidos la economía sería completamente distinta, nuestras necesidades de consumo serían muy diferentes. Podríamos resumir que la organización del mundo se basa en lo que vemos, oímos, olemos, sentimos y saboreamos.  Entonces es momento de plantear la pregunta: ¿el mundo está adaptado para todo ser humano que padezca la falta de algún sentido? Ahora que está tan de moda la palabra “inclusivo” ¿realmente lo somos? Los sordomudos y los ciegos carecen de uno o más sentidos, y si yo que he perdido momentáneamente dos (no tan limitantes) me siento medio claustrofóbica ¿qué sentirán ellos?, ¿se sentirán ajenos a este mundo? Una reflexión más que vino a dejar el COVID. 

En Fin, caigo en cuenta que comer es una necesidad, disfrutar de lo que como es un privilegio. 

Ahora que no están, los extraño, 

Los necesito.

Vuelvan pronto.

8 comentarios

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Ya amiga que terrible para ti y para cualquier perder los sentidos, yo la vdd nunca los perdí, creo que son los casos de covid distintos, pero tuve a alguien cercano que lo perdió y le veía la frustración y la necesidad de recuperarlos, gracias a Dios fue momentáneo lo tuyo y ahora puedes degustar de las delicias de la comida!
Como siempre muy bien texto … que nos hace reflexionar las cosas de la vida.

Amor que fuerte, lo que escribes es tan cierto que da miedo y haces que uno tenga más cosas que agradecer a dios, son cosas que tenemos y no nos fijamos la falta que nos harían ya que estamos tan acostumbrados a ellos que ni los notamos

Así es corazón, el cuerpo es tan perfecto, y esta uno acostumbrado a que todo funciona en perfeccio, que cuando algo no funciona, empieza uno a valorar y agradecer. Gracias por compartir

Tan cierto y exacto lo que describes. Me identifico al 100! Gracias herma por poner en palabras hasta lo más difícil de expresar.
Te admiro

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