¿Se puede ser feliz aquí?

A flick of violence and you really don’t see it at all
until it becomes something brutal
– Renata Aguado

Sol, cerros, arbustos a la distancia. Adrenalina ¿miedo? Un vacío que ahueca el espacio entre el estómago y el pecho, que nubla la conciencia mientras una escena imaginaria — pero posible — se reproduce en mi cabeza. En mi locura, busco vías de escape e imagino tácticas en caso de que algo se presente. Si lo peor sucede, que me lleven a mí no a mis hijos.

¡Todo por una carretera medio vacía! Raro para un Jueves Santo.

Rumores… por la de Juventino Rosas asaltaron a una familia ayer; que Celaya está igual pues le robaron el auto a otra a punta de pistola. ¿Qué desviación tomar? No hay camino seguro. Siento urgencia por llegar a San Miguel de Allende. Solo es ir, comer y regresar. ¡El regreso! No quiero pensar en eso.

¿Cómo es que llegué a este punto? ¿A ésta psicosis?

Procuro no escuchar noticias, ni leer mensajes catastróficos y evitar la sobremesa profiriendo tragedias. Desgracias que no son lejanas sino que tocan cada vez más cerca. Busco razones y acciones para sentirme segura ¡como si pudiera controlar que lo que sucede no nos pase a nosotros! Y así cada día el corazón se hace de piedra para escapar a la angustia. Y cada noche se derrite en gotas de lava mientras espero la llegada a casa de los que quiero.

¿Me he acostumbrado? No me causa asombro la noticia de un ejecutado como hace pocos años. Ya no noto un golpecito de violencia hasta que se convierte en algo brutal. Las desapariciones, esas sí, me causan horror.

¿He normalizado lo que sucede en México… mi México? Algunos dicen que este país se fue a la mierda, tal vez sí. Quienes mandan siguen el camino de la destrucción mientras los demás nos convertimos en espectadores. Entonces me invade la tristeza por el presente que viven mis hijos, un lugar donde las calles ya no son terreno de juego de niños ni espacio de viejos para ver pasar el tiempo.

Miro hacia atrás. Veo a mi hijo con su novia en el asiento trasero. Ríen. Parecen inmunes a lo que sucede. Al menos por este instante. ¿Cómo lo vivirán ellos? ¿Qué grado de preocupación tienen por su futuro? ¿A qué oportunidades tendrán acceso? Esto es lo que les ha tocado vivir. A mi me tocó diferente. Recuerdo que de niña la constante era la “crisis económica.” Seguro también había violencia pero eso no lo registré. A lo mejor mis padres lograron crear una sensación de seguridad que me vendo los ojos ante ella. O tal vez el corazón borra los malos recuerdos e intenta dejar solo los buenos.

No sé si la memoria me engaña. Percibo que ahora todo es más terrible que antes. Hoy es imposible maquillar la realidad: tenemos la peor inflación de los últimos veintiún años; hay más pobreza; menos clase media; la inseguridad es el pan de cada día; la democracia construida con sangre se resquebraja. Nos han despojado de la paz, la seguridad, la esperanza… de creer en un mundo mejor.

Regreso al presente mientras los cerros eternos — gigantes durmientes — nos rodean. Es increíble como el tiempo se vuelve infinito en segundos al recorrer parte de mi existencia.

Cuento los kilómetros recorridos, calculo el tiempo faltante y respiro mejor con cada minuto que pasa. Una falsa seguridad me invade cuando observo patrullas en la carretera hasta que a lo lejos veo nuestro destino. Siento alivio al reconocer las hermosas calles de San Miguel. Me concentro en el morado y el blanco que decoran las fachadas de casas, plazas e iglesias. Observo con curiosidad la alegría de la gente, los niños con globos y la vendedora de helados. Entonces llega un rayito de esperanza. La gente puede ser feliz aún con todo lo que sucede. La felicidad es una elección.

Solo me queda tratar de caminar a los mismos pasos agigantados de este mundo que gira apresurado. Tratar de crear para mis hijos un mundo real — e imaginario — donde no exista el terror, donde el miedo no mate la felicidad. No quiero que ellos piensen que es un error haber nacido en este país, pero si en un futuro deben volar lejos de aquí para poder vivir, espero que lleven en el corazón el lugar que los vio nacer y crecer.

6 comentarios

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Me gustó Ren! Me dieron nervios jaja! Proyectaste muy bien tus sentimientos y los transmites.
Soy de las optimistas, creo que al mundo y a nuestros gobernantes les conviene más un mexico sano que in Mexico devastado. Espero que se aquí sea el impulso para mejorar.

Se que esta tremendo. Pero siempre es bonito encontrar y ver el lado amable de la vida. Porque si hay. No todo es bello. Ni tampoco todo es lo contrario. Hay grises del negro al blanco. Y tratar de buscar el medio. A pesar de todo lo que sucede. Sin angustiarse demasiado. Vivir en el presente y tratar de ser feliz. Disfrutar y amar, en el pequeño mundo que nos toca. Poco a poco hagamos esa inercia para ser mucho a mucho. Un abrazo. Tqm. Disfruto de las reflexiones y lecturas.

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