Sin prisa, en paz

Quisiera tenerte entre mis brazos
para volver a llenarte de besos y apapachos.
Apretarte fuerte y suave,  dejarte dormir ahí.

Quisiera que te volvieras a equivocar frente a mi, 
para decirte otra vez que no pasa nada grave,
que puedes volver a intentarlo,
que no vales menos por ello,
que te quiero igual.

Quisiera pasar más tardes contigo,
escucharte con calma,
disfrutar todo lo que te gusta,
jugar y jugar.

Quisiera volver a tomar tu mano
para llevarte a caminar.
Llevarte a ver el mundo
abriendo muy bien los ojos.

Que buscáramos flores,
que escucháramos pájaros,
que viéramos cosas simples,
que trepáramos a un árbol.

Quisiera leerte más cuentos,
contarte más historias.
Quisiera darte más colores,
más pinceles.
Llenarte de más aventuras.
Que hicieras menos tareas,
que chutaras aún más.

Quisiera darte más bendiciones,
quisiera llenarte de más risas,
de más confianza,
de más aprobación.

Quisiera acercarte a más lugares,
a más eventos,
a más personas,
que tocaran tu corazón,
para grabar con más fuerza ahí
la bondad de Dios.

Ahora no sé como hacerle.
Ahora tú eres el de la prisa,
el de las ganas de correr,
de tener, de hacer.

Desde hace tiempo
ya no me cabes en los brazos,
no puedo ni te quiero detener.

Quizá ya no me entero si te equivocas,
si lloras o la pasas mal.
No puedo limpiar tus lágrimas,
ni cargarte para tratar de consolar.

Ahora, no sé si recuerdes que
no estás solo,
que no necesitas correr.
Que no es necesario
demostrar nada, ni competir.

Confío que nunca olvides
lo importante y escencial;
saber ser amigo,
íntegro y fiel,
preocuparte más por ser,
no solo tener y hacer.

Quizá no cabes en mis brazos,
mas siempre estás en mi corazón.
Desde ahí te abrazo,
te apruebo,
te cuento cuentos,
te admiro y te pongo en
manos de Dios.

Desde ahí te espero
aunque no te pueda cargar.
Podemos seguir jugando,
contando historias
compartiendo vida,
con confianza mutua,
sin prisa y en paz.