A mi querida madre

Mamá, estas a unos días de cumplir 80 años. Es un excelente momento para escribirte. Tengo mucho que decirte y algunas razones para hacer pública esta carta.

Empiezo por decir lo afortunada que me siento de haber llegado a este mundo a través de ti, con tu protección y tus cuidados. Crecemos con la creencia de que eso es lo que toca, que así son las cosas, que las mamás cuidan, protegen y quieren, pero al ver las vidas de más personas me he dado cuenta de que no siempre es así. Hay madres que no protegen, que no cuidan, que no quieren. Gracias porque amaste ser mamá.

Seguido me quejo de ti, te alego, te discuto, te digo lo que pienso y cómo veo el mundo en algunas cosas diferente que tú. De algún modo aprendí a cuestionarme. Me alegro de poder tener la confianza de hacerlo contigo.

Debo confesar que en los talleres que doy, frecuentemente hablo de ti. Te han de zumbar los oídos. Te pongo de ejemplo por muchas cosas positivas que has hecho y también por otras que a tÍ te tocó vivir, muchas situaciones que eran así, por uso y costumbre, no porque realmente fueran lo más positivo ni lo más justo con las mujeres. Tú reconoces que no tuviste opción de salir más, de conocer más, de estudiar más. Te educaron bajo un contexto que había que cumplir como mujer.

Eres tan inteligente y tenaz que podrías haber hecho cualquier cosa que te propusieras en cualquier ámbito, pero no tuviste esas opciones, así que tomaste las que sí tenías e hiciste lo mejor que pudiste con ellas, con todo tu amor. Con ello, me has dado un aprendizaje enorme. Puedo optar por el mundo entero, realizarme en mil áreas y emprender la hazaña más bizarra que se me antoje, pero al final, nada de lo que haga en mi vida valdrá la pena, si no está lleno de amor y pasión. Me enseñaste que antes de comerme el mundo, sea fiel a mí. A mis ideales, a mis valores, a mi persona.

Has sido una mujer que le gusta hacer las cosas bien hechas. Gracias por compartirnos, a veces bajo la lupa de tu autoexigencia, las cosas que te hubiera gustado haber hecho diferente o mejor. Se requiere humildad para reconocer y decir lo que nos hubiese gustado cambiar. Gracias por enseñarme que absolutamente todas nos equivocamos y que vamos aprendiendo juntas. Hay errores que se desvanecen cuando lo de fondo es el cariño incondicional. Me enseñaste a no conformarme, a tratar de ponerle corazón a todo.

Aunque te ceñiste a las reglas que te tocaron, lograste ser una mujer tan independiente y propositiva que me cuesta verte y pensarte como una persona mayor. Admiro la auto-responsabilidad para conservarte lo mejor posible y quisiera acompañarte en tus últimos años, si Dios me lo permite, respetando siempre tus decisiones. Discúlpame de antemano si la vida nos pone en una situación donde tuviéramos que decidir por ti. Confió no será necesario.

Tú sabes que mi abuelita se “desconectó” antes de partir. Espero a ti nunca te pase lo mismo. Pero como no tenemos nada garantizado y no sabemos lo que nos pueda pasar, yo prefiero decirte, desde ya, lo mucho que te quiero.  Te agradezco tu vida “normal” y llena de imperfecciones, tu cariño, tus atenciones. Agradezco tus aciertos, tu ejemplo, tu espíritu de familia y amistad. Te agradezco la feliz infancia que me hiciste tener. Entre muchas otras cosas, gracias por mis sidrales cuando estaba enferma, gracias por enseñarme a jugar cartas, gracias por todos los vestidos que me hiciste, por tantas llevadas y traídas, por tu apoyo, por tus apapachos a mis hijos. Gracias por regañarme cuando no arreglaba mi closet. Gracias por confiar en mí. Gracias por pensar en mí. Gracias por tus comidas, por una casa limpia y agradable, por tus llamadas, por tus oraciones.

Tu ejemplo vivirá siempre a mi lado. Tus bromas serán anécdotas, tus recetas repetidas y tu vida honrada.

Te lo digo públicamente, porque quiero que no pase desapercibido y no quiero que se de por sentado que así son las mamás. No, no todas son grandiosas. Tú eres solo tú, ni santa ni perfecta, eres real. Eres única y no te cambiaría por ninguna. Eres fabulosa por ser la mujer que eres, no porque seas «mamá» .

Te lo agradezco todo. Celebro los años que cumples y los muchos minutos que de esos años has dedicado para mí.

Nunca te irás del todo.

Lumela