Paralelos IV • Las gemelas

Los niños con la presencia del calor, tráfico, mucha gente o cualquier cosa que les parezca aburrido se ponen de mal humor, inquietos o irritables. Recordemos que en esta casa hay que multiplicarlo por dos. 

El plan matutino para poder distraer un poco esas emociones es el baño de tina. La teoría dice que el estar en el agua entre quince y cuarenta minutos a una temperatura templada es relajante, pero las cosas aquí siempre se descontrolan. 

Las burbujas de jabón en lugar de ser un tranquilizante, resultan ser motivo de excitación, ahora las gemelas están ansiosas. Durante cortos espacios de tiempo se tranquilizan, Santino juguetea con ellas, mejor dicho se sienten en paz con su presencia. Soplan burbujas de jabón que chocan entre sus cuerpos, disfrutan del olor a fresas que inunda el baño. Durante el cepillado de cabello la mayor se queja porque su hermana le jala sus rizos, la menor afirma que ni siquiera estaba cerca de ella. Inicia de nuevo el descontrol.

Una vez vestidas recorren la casa en busca de la pelota roja que su madre les regaló el día de su cumpleaños. Brincan, sus cabellos rizados brillan con la luz que entra desde el patio trasero. Miranda las observa, ladea su cara para distinguir los rasgos de su marido en ellas. Escucha como siguen peleando por tocarse los cabellos, la menor insiste en que no es ella quien las toca. Es él.

Salen de casa entre brincos y carreras hacia la Gelatería de Luciana, la nonna que esboza esa sonrisa cómplice en cuanto suena la campanilla de la puerta, las abraza también las llena de besos. Empiezan el juego de los sabores que tanto las divierte luego las gemelas comentan que él ha venido con ellas caminando desde casa por lo tanto Luciana sirve tres gelatos de mango, después de todo sabe que uno quedará intacto. Así pasan un buen rato entre cuadernillos de pintar y cuentos de la nonna

Santino se sitúa junto a Miranda, la observa, las niñas ven como su padre acaricia con cariño su mejilla. Ella se sobresalta, les dice que es tiempo de ir a jugar al parque y salen de prisa casi sin despedirse de Luciana. Las gemelas corren felices hacia los portales enviando besos y te quieros en dirección de sus padres.

Tienen cinco años. El día ha sido agotador para Miranda, las gemelas se sientan a la mesa mientras la casa se llena de sus risas y vocecitas cantoras. Cuando terminan de comer se avientan al sofá junto a su madre para escuchar la historia de cuándo estaban en su panza, sus bracitos rodean su cuello con ternura, Santino observa en el espejo frente al sofá las tres figuras. Las gemelas no comprenden porque no está el reflejo de su padre si lo tienen de pie junto a ellas.

La temperatura aumenta de nuevo. 

Santino se disipa confundido.

Un destello. Las gemelas.


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