Paralelos I • Santino

Salimos al parque. Han sido días de mucho calor. El suelo calienta el aire. Siento cómo entra en mis fosas nasales. Expulso mi respiración. Percibo como sale tibio. No me agrada. 

Volteo al cielo y veo un resplandor. Mis ojos sienten el destello que hace que mi cuerpo se tambalee. Me mareo. No recuerdo muy bien esta sensación.

Las gemelas caminan a mi lado tomadas de la mano. Sus cabellos rubios revolotean al son de sus pasos. El mismo rubio de mi infancia. Deslizo mis manos entre sus rizos, identifico la suavidad. Quiero quedarme ahí, entre el dulce olor de miel y manzana de su cuero cabelludo, con la mezcla de frutillas de la crema que Miranda les pone después de bañarlas.

Ellas brincan mientras avanzan. Exigen el gelato de mango que les gusta. La señora Luciana vino escapando no sé de qué desde Italia. Nunca pude conocer Europa, pero por lo que ella cuenta es un lugar mucho más ruidoso que lo que los italianos reconocen. Entramos en la Gelatería mientras las dos gritan «queremos gelato en cono.» La señora Luciana dice que esos gritos si le gustan.

Empieza el juego de los sabores: banana no, fresa no, naranja no, mango con o, gelato con o. Las dos ríen y me pierdo en su alegría. Miranda se contagia de su risa. Acaricio su mejilla. Ella sólo ladea su cara y suspira. Enmarco este momento en mi memoria.

Este día hace mucho calor. Ya lo dije. Este clima me hace desvariar. Sentirme perdido.

Salimos de la Gelatería y caminamos debajo de los portales. Corre un poco de viento. Las veo felices jugando con la pelota que Miranda les regaló el día de su cumpleaños. Cinco años. El tiempo ha pasado tan rápido. 

Cierro los ojos y veo a Miranda tocando su vientre, diciéndome que no aguanta más. Dos niñas ¿en qué momento? Avienta un beso que atrapo con mi mano y le acarició la mejilla. 

Las gemelas voltean hacia atrás. Saludan con sus manitas mientras Miranda corre para perseguirlas. Es hora de volver a casa.

Hace calor. Me siento perdido. ¿Estamos en casa?

El espacio se llena de ruidos, canciones que no conozco. Me mareo de nuevo.

Sí, es el calor. Recuerdo esta sensación. Mareo, torbellino, vueltas. Claro, es el coche que da vueltas. Cierro los ojos y veo a Miranda. Mi último recuerdo es Miranda despidiéndome desde la puerta. 

Veo las luces que saltaron sobre mi coche, una motocicleta sin chofer.

Giros rápidos.

Mareos. 

Oscuridad.

Un destello y Miranda.

Su vientre.

Las gemelas.


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