¿Qué tal que?

¿Qué tal qué lo que vemos es una ilusión óptica de nuestra imaginación?

¿Qué tal que lo que conocemos como color azul es en realidad un color que no conocemos o se llama de otro color?

¿Qué tal que la persona que va junto a este auto no es en realidad una persona?

No sé qué pasa por la cabeza de mi hijo adolescente, recuerdo que yo a esa edad sólo podía preocuparme si el rosa era el color adecuado para salir a las fiestas de “mis tiempos” y si mis papás me dejarían ir aunque fuera con mis hermanos de chaperones.

Ahora que salimos a cenar solo veo en las luces de los autos una inmensidad de colores, en realidad pienso que no son reales, veo rayos amarillos que se funden en estrellas verdes, esferas rojas que se difuminan en aros naranjas, ¿los colores son reales? ¿quién los nombró? ¿por qué los mencionamos de acuerdo a estos nombres?, tal vez solo somos seres de luz que nos fundimos en cuerpos humanos para tratar de entendernos los unos a los otros. 

No puedo dejar de pensar en mi misma como un ser tal vez llegado de Orión con una sabiduría que no reconozco, el sólo hecho de tener a este niño lleno de cuestionamientos me hace sentir escalofríos en la piel, llevo más de un año escuchándolos y creo que nunca los había analizado, poco a poco reconozco esta alma vieja en un cuerpo de 13 años, es un hermoso ser lleno de luz que vino a revolver mi entendimiento de la vida como la conocía hasta hace unos años, no puedo dejar de  ver estas imágenes que me llegan cada vez que en estos pequeños trayectos nocturnos, ¿será que la vida solo es una experiencia que se irá fugaz?.

Lo veo en el espejo, su rostro es perfecto, distingo su inocencia y a la vez su sabiduría, lo respiro, lo huelo, lo imagino, solo sé que debo enfocarme en estudiar todo lo que esté a mi alcance para poderle responder y tratar de caminar juntos este camino en el que felizmente coincidimos y que caminaría mil veces si esas mil veces fueran con él.