A través del tiempo

Hace tiempo conocí a Marianto, una mujer mayor, de mente ágil y charla espontánea. Había perdido a su pareja hacía muchos años, y nunca volvió a casarse. Fruto de su matrimonio tuvieron 10 hijos y un sinfín de nietos.

Su esposo fue un médico reconocido, así que la numerosa descendencia no se debía a la ignorancia del cuerpo, sino al conocimiento del amor.

Se quisieron por siempre, no solo en esta vida, también en otras. Ella afirmaba que eran un par de almas viajeras que se citaban en cada destino.

Me comentó que por un desafortunado orden, en cada una de las vidas anteriores ella había muerto primero. Su esposo quedaba devastado sin su compañía. La melancolía lo oprimía en cada despedida.

Él no estaba dispuesto a perderla una vez más, así que cada noche hacía una oración profunda implorando que cuando llegara el momento de morir, él fuera el primero.

Fue tan poderoso su deseo que entonces el cielo fue compasivo y él abandonó la Tierra antes que Marianto.

La viuda me dijo que había sido un trato justo, pero que en realidad no era importante el orden de la partida, pues el que se marcha primero también tiene que esperar una eternidad la llegada de su amante.

14 comentarios

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Me encantó, aunque uno sabe que es un acuerdo de almas el que se queda ya sea uno u otro sufre durante la espera pero siempre con la tranquilidad que no tardan en volver a encontrarse

Hermoso Adriana, gracias! Yo tengo la fortuna de ser Hija de esos dos amantes eternos. Gracias por contar su bella historia en breves y profundas palabras. Un abrazo. ❤️

Adriana que maravilloso relato de tía Marianto tuve el honor de conocerla y de aprender de su sabiduría de vida. Es la querida hermana de mi suegra María Luisa y digo “es” porque los lazos de hermandad también son eternos.
Su historia ya quedo ahora plasmada en tu don de escribir tan suave y profundo. Mi suegra y Ernesto y yo también te lo agradecemos mucho.

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