Adiós a las preguntas inútiles.

Hay preguntas que no sirven de nada.

Solo hacen que te sientas mal y frustado.

Si no encuentro respuesta, la pregunta no fue útil, por lo menos no lo fue en ese momento.

En vez de preguntarme: ¿Cómo es que me he equivocado tanto?, me pregunto: ¿Qué puedo hacer diferente?

En lugar de preguntarme: ¿Por qué grito tanto?, me pregunto: ¿Para qué grito tanto?

¿Por qué ya no es mi amigo?, mejor: ¿Para qué lo quiero de “amigo”?

En lugar de ¿Por qué no me entiendes?, lo sustituyo con ¿Qué piensas?

En vez de ¿Qué voy a hacer?, mejor: ¿Con qué actitud tomaré esto?

Cuando me cuesta entender, cuando no puedo cambiar de actitud y no encuentro sentido, cambio la pregunta.

Busco preguntas que me ayuden a ver lo que el otro ve, a ampliar mi perspectiva.

Trato de hacer un silencio para escuchar más allá de mi mente a aquellas personas de corazón grande, que me ayudan a formular preguntas valientes y retadoras que rompan mis esquemas; a esos mensajes ocultos en lo cotidiano que me ayuden a crecer; a mi sentir, a mi instinto, a mis ganas de trascender más allá de lo simple, para moverme.

Trato de hacer un silencio para encontrar respuestas que me recuerden que esto y yo solo somos un momento en la eternidad.

Silencio para recordar el ejemplo de quien ha podido con esto y más.

Silencio y serenidad para descubir la pregunta sabia que dará respuesta o sentido a mi sinrazón.

12 comentarios

Añade el tuyo →

Cómo siempre excelente.Gracias lume por esta reflexión que me deja la tarea de inspeccionar que me preguntó y como???
Un gran abrazo

En mi ámbito laboral nos dicen que «la peor pregunta es la que no se hace» o «no hay preguntas tontas»…para motivar la participación.
Nuestra voz interior siempre se está preguntando o mas bien pre-juzgando. Si nos preguntamos menos inútilmente, seremos más empáticos con nosotros mismos, nos caeremos mejor, nos gustaremos mas, nos amaremos. Y esto es lo que me deja tu escrito. Muy útil! : )

Deja una respuesta