Volando alto

Miércoles 29 de septiembre del 2021

Llueve afuera de la pequeña casa en Los Arrastres. Como cada mañana, ella se levanta al sonar el despertador antes de las cinco de la mañana. Se cepilla su larga cabellera negra y se lo recoge en una coleta que ocultará bajo su gorra favorita. Se viste rápidamente con un pantalón de mezclilla, sudadera y tenis. Aún no amanece y ya anda la Lore en la cocina, preparándose para irse al trabajo. Lo hace todo en silencio, no quiere despertar a los demás que aún duermen. Antes de salir de casa pasa al baño, se lava los dientes, las manos y la cara. Observa en el espejo, su rostro sin una gota de maquillaje y sale de su casa todavía de madrugada.

Como todos los días de lunes a viernes, hoy pasará el transporte por ella y por los demás que trabajan en la armadora de Silao. Nomás porque le gusta mucho su trabajo no se queja de la desmañanada, ni le importa el frío y la lluvia de ese día. Tampoco le preocupa andar por caminos desiertos para llegar a la carretera antes de que salga el sol.

En los años que lleva transitando de su rancho a San Juan de Llanos, para ir a la escuela, a jugar futbol o a la carretera como hoy, jamás ha visto que la policía municipal de San Felipe Torres Mochas patrulle o se ocupe de vigilar los tantos caminos de los pueblos y ranchos vecinos. Camina despreocupada en la oscuridad pasando entre arbustos, nopales y algún perro que encuentra por el camino. Observa las casas cercanas, algunas ocupadas y otras vacías — las de los que solo vienen en Navidad a ver a la familia. Apresura el paso pues debe estar en la carretera que va rumbo a Silao antes de las siete de la mañana, pues el transporte no espera.

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A las siete y cinco de la mañana, un amigo del trabajo busca a la mamá de Lore para preguntar si ella ira a trabajar, pues no se encontraba en la parada del camión. Su mamá no recuerda si le dijo algo su hija, pero sabe que nunca falta al trabajo, por lo que se empieza a preocupar. El compañero marca al celular de Lore pero no entra la llamada, mas no se preocupa aún pues hay partes donde no hay señal.

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Dos vecinos caminan sobre la terracería rumbo a la carretera para tomar el camión a San Felipe. Platican entre ellos de las cosas que pasan en el rancho y de lo difícil que está la situación. Entre bromas van componiendo el mundo cuando, de repente, encuentran un cuerpo en el campo fuera de Los Arrastres. Es una mujer con la ropa desgarrada, golpes por todo el cuerpo y el rostro desfigurado. Horrorizados se preguntan quién será ¿Por qué fue asesinada con tanta saña? ¿Por qué dejarla irreconocible? ¿La mataron a golpes o estrangulada? ¿Será de su rancho o de otro? ¿Se la llevaron y la regresaron? ¿O aquí la mataron? Marcan a la policía cerca de las nueve treinta de la mañana para reportar el hallazgo.

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La policía municipal tarda en llegar junto con los paramédicos de la Cruz Roja. Al observarla ven que ya no hay nada que hacer. Le corresponde al Semefo recogerla, la mujer está muerta. La noticia corre veloz entre la gente que vive cerca y los ranchos vecinos, mas cuando llegan ya no les permiten acercarse pues la zona esta acordonada.

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Ya la han identificado. — Es Lore ¡la mataron! — dicen todos mientras ven como la policía toca a la puerta de su casa. Su madre tarda en entender lo que sucede, hasta que entre gritos y llantos procesa lo ocurrido. —¡No! ¿Por qué Dios me ha quitado dos hijos? — solloza. Los hijos más pequeños se suman a los lamentos de su madre. Los demás sufren al pensar lo que vivió Lore de tan sólo veintitrés años en sus últimos momentos. Recuerdan también a su hermano de dieciséis que falleció en un accidente de moto. Que tragedias.

La lluvia sigue cayendo.

Jueves 30 de Septiembre del 2021

Entre la confusión, la gente encargada de la investigación no da información clara a la familia. La gente del rancho empieza a exigir justicia. Piden que le busquen huellas digitales en la ropa, en el cuerpo. Les dicen que es un procedimiento costoso, hay pocas probabilidades de encontrar algo, es imposible para ellos realizarlo. Ellos entienden que entonces es cuestión de recursos, interpretan que deben reunir lo necesario para pagar lo que cuesta, para que se haga todo lo posible para encontrar a los asesinos. Más al final, es imposible reunir dinero para ello.

La gente que conocía a Lore se volca a las redes sociales utilizando hashtags para exigir «que la maldita jente, los ignorantes, salvajes, malparidos» no queden impunes y exigen pena de muerte para los cobardes asesinos. Quieren que todo mundo se entere, pues ningún medio de comunicación advierte aún a la comunidad de lo sucedido. Denuncian su enojo e impotencia ante un gobierno que no «ase justicia, que no hace nada de nada, que no ayan culpables» para concluir que las pinches autoridades son unas incompetentes pues alegan que de todo lo que pasa en San Felipe ni un solo caso se resuelve. No hay justicia para las víctimas ni para las familias. Asesinatos, robos, desaparecidos es el pan de cada día. Como la bonita maestra de Ocampo asesinada, las y los jóvenes que aparecen muertos al lado de la carretera, la mujer lesbiana encontrada cerca de Manzanales con un tiro de gracia en la frente, la activista transgénero muerta a balazos en las calles de San Felipe. El nombre de Lorena se une a otros como Roxana, Wendy, Lupita o Gaby, mujeres muertas en Guanajuato.

Nunca faltan los pendejos que sugieren que tal vez murió de un infarto solo por decir algo, cuestionando las opiniones de otros sin tener toda la información. La mayoría se indigna ante la frialdad de estos pocos, contestando desde la empatía por la pérdida de una vida, que bien pudo ser la de una hija, hermana, madre, amiga. El sentimiento de impotencia y de dolor trasciende y va de lo dicho en voz alta a las palabras escritas en Facebook, pues todos están asustados por el atroz asesinato. Porque todos saben en el fondo que, si le paso a ella, le puede pasar a cualquiera. Ella no se salvó, ella que era una joven amable, sociable, trabajadora, fiel amiga. Una amante del futbol que siempre apoyo a otras niñas que querían jugar tan bien como ella. Enseñándolas, dedicándoles tiempo, motivándolas a ser mejores.

— Hoy fuiste tú, ¿mañana quién Lore? — me dice la joven que me platica su historia. Una mujer que la conoció; que fue derrotada vez tras vez por el equipo de futbol femenil «El Aro» donde jugaba Lore. Una mujer que los fines de semana también arriesga la vida para caminar de la carretera a la casa de sus padres por más de una hora. Una joven mujer como muchas de los ranchos vecinos que tienen que salir a trabajar en Guanajuato, Silao, León o San Felipe. Todas corren riesgos para ayudar a los suyos. — No hay libertad —  termina diciéndome.

Lo que más me impacta fue el porque desfigurarle el rostro, eso que nos da nuestra identidad única, que nos dice quién somos ante el mundo. ¿Fue por qué lucho hasta el último momento? ¿Por qué se resistió a ser una víctima más? ¿Por qué el asesino la conocía y no aceptaba quién ella era? ¿Por qué? Preguntas sin respuesta finalmente.

Los comentarios trascienden edades, pues publican tanto jóvenes de trece como abuelos de setenta. Trascienden fronteras, hasta la gente del rancho que vive en Texas. Trasciende géneros, pues tanto hombres, mujeres y lesbianas como Lore lloran su muerte. Trasciende clases sociales, pues impacta y conmociona a todos por igual el saber que fue violada, golpeada violentamente y desfigurada hasta quedar irreconocible. Un feminicidio más que tal vez quedará como muchos otros sin resolver.

Cala hondo en el alma. Cala en la consciencia.

Viernes 01 de Octubre del 2021

Hasta hoy los periódicos empiezan a reportar la noticia. Lore deja de ser invisible, encontrándose infinidad de fotos y videos de su vida para que no se olviden de ella.

Hasta hoy entregan su cuerpo a su familia, después de realizar los estudios forenses correspondientes y de haberse recolectado cualquier indicio en el paradero donde ella solía abordar el camión.

Es velada en su pequeña casa, con un balón de futbol sobre un ataúd que debe permanecer cerrado. Como la lluvia sigue, la familia renta lonas para que nadie se moje. La tristeza se respira en aire, al igual que el coraje y el miedo. Es tarde para ella, pero esperan que no les pase a otros, como temen que sucederá si no hay consecuencias para los que la asesinaron.

Brutal feminicidio.

Sábado 02 de Octubre del 2021

Entre la lluvia y el frío despiden a Lore en el cementerio de San Juan de Llanos. Es enterrada con el uniforme de su equipo de futbol femenil. Familia y amigos lloran su partida, sufren por los sueños no cumplidos y por las circunstancias de su muerte. La despiden entre flores y decenas de globos blancos que emprenden el vuelo en compañía de Lore. “Vuela muy alto” le dicen, “donde nadie vuelva a truncar jamás tu vuelo.”

Escrito basado en hechos reales.
Dedicado a Lorena Pérez Ibarra
“El último en soñar, que apague la luna”
Tomado de su Facebook

10 comentarios

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Ay Ren con este escrito pones a todas luces si nombre así nunca será una más, bueno a lo mejor para otros si pero has hecho que para quien lea no lo sea y eso ya es mucho.

Lore descansa en paz y que su familia encuentre la forma de darle un sentido a todo esto.

Queda la pregunta: ¿quién hace algo? ¿Cuál es el papel de Las autoridades ante estos hechos? ¿Quién tiene el corazón tan muerto que quiso adueñarse de la vida alegre de Lore y de todas y todos como ella?

Gracias por dar voz Ren.

Gracias Denise! Como dice Lume «dar voz a otras mujeres» que ahora callan. No ha habido avances en su caso como entre otros tantos. Muchas gracias por leer.

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