Para los que no se sacrifican

Quiero dar mi reconocimiento a quien NO se sacrifica.

Nos inculcaron por mucho tiempo que para ser valioso, admirado, reconocido, querido, habría que sacrificarse, sufrir, renunciar, resistir, soportar.

Esta idea es engañosa. Logra enganchar a muchos, haciéndose los sacrificados para significarse. Así, encontramos a quienes por una lealtad inconsciente a esta idea, buscan continuamente de qué preocuparse, por quién sacrificarse, cuál esfuerzo extremo y no solicitado hacer para inmolarse.

Están quienes hacen tareas que de cualquier modo iban a realizar, pero las ejecutan remarcando el cansancio, el esfuerzo y el agotamiento que conllevan su realización; y así, no dejan de sentirse y presentarse como víctimas de la vida. Tras compartirnos su sufrimiento no sé si pretenden convertirse en admirables resignados redentores o en sujetos receptores de nuestra empatía, compasión o, lo que es peor, lástima.

No somos indispensables. Podemos reconocer que no lo solucionamos todo. Mejor hacerse autorresponsable de uno mismo y no andar por el mundo esperando que los demás se sacrifiquen, como nos inculcaron, o que reconozcan y agradezcan nuestros esfuerzos. Y lo que es peor: pensar que valgo más porque no valoran lo que me sacrifico.

Ayudar a otros sí es genial y sí llena el corazón; sin embargo, uno no es más por ello.

La vida tiene sus propias complicaciones, mas no se trata de andar buscándolas.

Amar y ayudar, nunca desde el victimismo o la obligación; siempre desde la alegría.

Mi reconocimiento a quienes se valoran tanto que la generosidad les sale por los poros porque les sobra lo que ya han hecho por sí mismos; porque es tanto el amor que se tienen y la seguridad que guardan que su cariño y trabajo se manifiestan espontáneamente hacia los otros. Mi reconocimiento a quienes se esfuerzan simplemente por gusto personal, por un fin, por una meta; no por el sacrificio en sí mismo. A quienes han decidido no verse a través de la medida de los demás; a quienes no piensan que los demás les deben.

Ellos, a pesar de lo difícil, andan muy felices por el mundo. 

Los reconozco y los admiro.

Dedico estas líneas a mi abue Mena. Gracias por tu generosidad, tu ejemplo y compañía. Por tu buen humor aun en las dificultades; por tu cansancio callado y feliz.

24 comentarios

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Gran señora, mi madre, la recuerdo muchisisimo, la admire y la admiro, la imito o trato, me parezco en muchas cosas que hago sin pensar, y me doy cuenta luego, que asi las hacia Ella, cocina, costura, tejido, amigas, etc. Porque haciéndolas me las enseñó.
Siempre en mi corazón.

Muy bueno Lume!! El ser humano siempre ha buscado la aprobación del prójimo y cuando esta no llega se martiriza para lograrlo, muy pocos NO lo hacen, mis respetos para ellos.

Y recordar que la Religiosa del colegio (no digo su nombre) tu maestra, te regañaba por tanto escribir.
A veces los educadores le fallan. Orgullosa de ser tu madre. Sigue escribiendo.

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