Siento las pequeñas burbujas que entran en estos miles de canales subterráneos de mi cuerpo. Al principio hay un calor que las hace inflarse y, como si fueran un chorro de agua, empiezan a moverse sin control.
Una burbuja choca con otra, se rompe, estalla, explota. El canal es muy pequeño. Hace mucho calor. El chorro hierve y crece. Todas las burbujas se salen de ese canal, se riegan por todos lados, lo siento en todo el cuerpo, es como un géiser cuando empieza su erupción; el calor es tan fuerte que me quema; algo toca mi piel y percibo en el interior de mi cuerpo un choque eléctrico, es su mano que me quiere sostener, que me intenta calmar, pero yo no puedo respirar. Imagino palabras en el chorro, palabras que hieren, que lastiman; empiezan a salir de mi boca. Entiendo que debí dejarlas dentro, explotan en el aire, retumban en el aire.
Siento que las burbujas interiores se han reventado, que el agua hirviendo escupió las palabras, que no soy yo quien las pronunció. Todo se transformó y ahora flota, está en el aire. ¿Cómo puede ser que algo que empezó como una pequeña burbuja se convierta en algo tan poderoso e hiriente?
Todo acabó, ahora puedo permitirme sentir el calor de su mano en mi brazo. Desolación, confusión, y yo solo percibo vacuidad.