Cielo en llamas

Esa noche el cielo se iluminó de un color rojo dando la impresión que todas las casas se quemaban. Sebastián acercó la silla para treparse a la ventana cuando la extraña figura apareció. 

Al principio la vio tan lejana que pensó que por fin su padre había vuelto, pero cada vez que eso se acercaba encontraba que la forma no era la de un ser humano. Observó como cada pisada dejaba una huella sin forma en la hojarasca, el piso tronaba, percibía un olor húmedo que no reconocía, parecido al que olía cuando lavaba las cacerolas viejas de su madre.

Christina lo dejaba salir a jugar con algunos niños cerca de la torre de la aldea. En casa solo estaban ellos con su poca esperanza. Su esposo había salido a buscar fortuna al pueblo de sus padres después que la sequía dejó a la aldea sin trabajo para muchos. Desde entonces dedicaba todos los días a cocinar para la familia del pastor. Intuía que su esposo no regresaría, dos años de espera sin novedades era una declaración no escrita de que algo grave había pasado.

La creatura avanzaba lento. Sin pensarlo Sebastián salió de la torre para poder verla más cerca. El olor se hacía cada vez más intenso, las hojas secas ahora parecían estar mojadas.

La creatura no sabía que era lo que veía a lo lejos. Intentó por todos los medios salir del gusano en el que por error se coló al subirse a la nave para hacer el recorrido de vigía. Kai era un viajero, una de sus responsabilidades era delimitar las zonas con baja frecuencia. Solo quería reencontrar su luz para volver a su lugar de origen. Se percató que estaba muy fuera de ese límite. Sus ojos no podían dar crédito de lo que estaba viendo, un ser de tamaño diminuto había salido a su encuentro, ¿quién era? ¿en dónde estaba? ¿cómo podría volver?

Sebastián sintió que le faltaba el aire. La creatura no tenía una forma definida, medía como dos metros e irradiaba una especie de luz de colores acompañada de un ruido raro, como si lloviera. Se comunicaron de forma no verbal; sintieron en medio de sus cuerpos una fuerte conexión. El corazón de Sebastián vibró muy rápido… entendió que Kai venía de un lugar lejano, ni siquiera de nuestra galaxia, ¿cómo pudo saber eso? Se acercó a él tocando lo que parecía ser una especie de brazo. En segundos encontró una paz que jamás había sentido. 

Kai lo cubrió con su luz para entregarle un mensaje. No puso expectativas en él, lo que quería decirle es que tomaría su energía para volver al gusano y regresar a casa. En ese momento Sebastián pudo ver a su padre, ese deseo de saberlo vivo se había cumplido. Lo vio caminando en una playa, en paz. 

Christina sabía que algo raro estaba sucediendo. Salió corriendo pero no pudo encontrar a su hijo. Desesperada, fue a la casa del pastor. Nadie entendía que sucedía en el cielo o el porqué del olor a lluvia si parecía que el cielo estaba en llamas. Por primera vez el pastor no tuvo palabras para confortarla. Todos salieron en búsqueda de Sebastián pero lo único que encontraron fue una especie de círculo rojo en el bosque. 

Christina nunca se repuso. Había perdido a los dos hombres de su vida sin explicación, sin motivo. Hoy ella ve desde la torre de la aldea esas luces de colores que solamente ella percibe. Sabe que es Sebastián diciéndole que pronto volverá.

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