Nunca se entra con la violencia, dentro de un corazón. Wiston Churchill
“Después de mucho tiempo me di cuenta de que me educaron para cuidar el ego de un hombre”. Una amiga me dijo. Ella vivía constantemente preguntándose ¿Qué hacer para que no se enoje? ¿Cómo hablarle para que le parezca bien lo que le digo? ¿Cómo contentarlo? ¿Cómo convencerlo? ¿Cómo complacerlo?
Muchas mujeres han pagado un precio muy grande a costa de tener el cariño de su pareja, o conservarla. Han negado sus propios sentimientos para no provocarlo, se han callado tragándose sus palabras para no hacer los problemas más grandes, han cargado con el peso de hacerse responsables de solucionar y resolver las diferencias de la relación, han hecho hasta lo indecible para llevar la fiesta en paz, para preservar una supuesta armonía. La hacen de adivinas para tratar de leerle la mente, han pedido perdón de cosas por las que no se tendrían que justificar. Han renunciado a sus sueños y su realización personal en pro de la de su pareja.
Con frecuencia la situación se sale de control, se vuelve extrema y entonces surge una violencia fuerte, severa y obvia. Los egos inconformes, dañados y heridos reaccionan cada vez peor.
20,000 mujeres en México, de enero a julio de este año 2022, han tenido que acudir a un refugio buscando protegerse de su pareja, han sido agredidas físicamente y su vida corre peligro. Se traduce a que cada mes 3333 mujeres tuvieron que dejar su hogar. 111 mujeres al día. *
Diez mujeres mueren diariamente por violencia. Un promedio de 2.7 diarias por feminicidios.
Los datos son desgarradores. ¿Pueden imaginar el miedo y el peligro que viven para tener que huir con sus hijos e irse a esconder? Quienes llegan a un refugio es porque no tienen una red de apoyo, ya sea de conocidos o familiares a quien acudir.
A las estadísticas les falta contar todas las que no tienen acceso a estos refugios y siguen inmersas en situaciones de riesgo día con día.
¿Dónde están los datos de los casos de una violencia normalizada, sin golpes físicos, pero con grandes golpes al corazón que no dejan moretones, pero si mancillan el alma? Ellas siguen tratando de dar amor, hasta que desgastadas, acaban perdiéndose.
Han sido humilladas, denigradas, invisibilizadas. Quizá les da pena que los demás vean su realidad. Quizá su pareja las absorbió y dominó tanto, que se distanciaron de amistades, de familia, y lo más grave, de sí mismas. Ya no saben quienes son. Quizá viven una sensación de impotencia, de resignación. Se sienten chiquitas, que no valen, que no pueden hacer nada al respecto. Se sienten solas. Están aisladas. Algunas ya no tienen ganas de vivir.
Creemos a veces que nada podemos hacer ante estas situaciones y que el ámbito familiar es totalmente privado. La violencia nos afecta a todos. Se da en todas las clases sociales y económicas. Se da en mujeres con estudios y sin ellos. En zonas urbanas y en la ciudad. En personas con adicciones o sin ellas.
La violencia doméstica nos afecta tanto que se expande saliendo de los hogares y manifestándose en todos los ámbitos. Quien no vive en paz en su casa, tampoco está en paz fuera. Debemos reconocer a la violencia, como violencia. Darle nombre. Hacer que se vea. Dejar de normalizarla.
Rompamos nuestra apatía. Una palabra amable hacia una mujer que vive violencia puede tener un efecto muy importante en ella. La mujer que sufre violencia necesita romper su aislamiento. Hazle saber que lo que está pasando no es justo y no lo merece. Jamás la culpes de lo que está viviendo. Dejemos de justificar violencias con frases como “échale ganas”, “entiéndelo”, “los hombres son así”, “no aguantas nada”, “sé lista, no lo provoques”, «tú puedes», «pídele a Dios que cambie».
Sé la oportunidad para que una mujer rompa su aislamiento. Con un gesto empático. Una escucha sin juicio podría ser el detonador para que ella consiga encontrar salida, puede ser el primer paso para que rompa su silencio. Ofrécele ser un punto de apoyo. Dile que necesita ayuda. Infórmale que existen lugares donde puede encontrar asistencia especializada. **
Necesitamos crear redes de apoyo, donde lejos de señalar y juzgar, nos hagamos fuertes. Hay muchísimo que decir de este tema, pero por lo pronto resumo: A hombres y mujeres nos urge vivir con igualdad de derechos y respeto mutuo, relacionarnos bajo un esquema donde se dejen a un lado los egos y las luchas de poder.
*Según la Red Nacional de Refugios, organización conformada por más de 69 refugios, (Organizaciones de la Sociedad Civil, 85% y Organizaciones de Gobierno, 15%)
** En León, Gto. Casa de Apoyo a la Mujer AC 477 7804090.
** Red Nacional de Refugios 800 822 4460 para mujeres que están en riesgo.
** Red de Prevención de la Conducta Suicida 800 290 002. Intervención en crisis: 075 Sistema Integral de Atención a la Mujeres.
2 comentarios
Añade el tuyo →Muy buena aportación!!
Gracias!!
Muy bueno, como siempre!