RESEÑA: El olvido que seremos

Es un libro que comenzó como un diario íntimo y terminó como el relato de amor y admiración más conmovedor que he leído. 

Hector Abad Faciolince abre su corazón y desnuda su alma al narrarnos la vida de su padre, Dr. Héctor Abad Gómez, reconocido salubrista colombiano y eterno defensor de los derechos humanos en su país.

Recorrer la intimidad de su familia me llevó a valorar la importancia de escuchar a cada ser querido con atención y valorar su presencia. Aprender sobre la realidad política de Colombia durante sus años más violentos me puso a pensar en el gran parecido que tiene con México. Inevitablemente los países latinoamericanos compartimos situaciones sociales y políticas que muchas veces ignoramos porque estamos acostumbrados a que, simplemente, sucedan. Como dice el autor:

“Vivimos en un país que olvida sus mejores rostros, sus mejores impulsos, y la vida seguirá en su monotonía irremediable, de espaldas a los que nos dan la razón de ser y de seguir viviendo… Somos tierra fácil para el olvido de lo que más queremos. La vida aquí están convirtiéndola en el peor espanto.”

Conocer a través del amor de un hijo al Dr. Abad Gomez es un gran regalo. Encontramos un hombre como pocos, congruente en su pensar, decir y hacer. Todos los cimientos que sembró en temas de salud y derechos humanos siguen creciendo fuertes en Colombia a pesar de haber muerto asesinado por paramilitares en 1987.

“Vivimos en una época violenta y esta violencia nace del sentimiento de desigualdad”.  

Estos discursos no sólo eran en las calles sino en su hogar también:

“Cualquier cosa que hagas aquí en adelante, si escribes o no escribes, si te titulas o no te titulas, si trabajas en la empresa de tu mamá, o en El Mundo o en La Inés, o dando clases en un colegio de secundaria, o dictando conferencias como Estanislao Zuleta, o como sicoanalista de tus padres, hermanos y parientes, o siendo simplemente Héctor Abad Faciolince, estará bien; lo que importa es que no vayas a dejar de ser lo que has sido hasta ahora, una persona, que simplemente por el hecho de ser como es, no por lo que escriba o no escriba, o porque brille o porque figure, sino porque es como es, se ha ganado el cariño,

el respeto, la aceptación, la confianza, el amor, de una gran mayoría de los que te conocen. Así queremos seguir viéndote, no como futuro gran escritor, o periodista o comunicador o profesor o poeta, sino como el hijo, el hermano, el pariente, el amigo, el humanista que entiende a los demás y que no aspira a ser entendido. Qué más da lo que crean de ti, qué más da el oropel, para los que sabemos quién eres tú.”

Terminé esta lectura con una semilla de compromiso social y personal sembrada en la conciencia. Hector Abad Gomez nunca será el olvido que seremos la mayoría sino nos comprometemos a una causa más allá de nosotros mismos. 

El escritor nunca ha considerado que posea un gran talento para escribir, puedo decir que es demasiado humilde para reconocerlo.  Su narrativa es profunda, honesta y brutal. Ningún lector terminará siendo el mismo después de leerlo. Es un libro que recomiendo ampliamente si te gusta la no ficción y el ensayo.

El título del libro tiene más de un motivo, ya que por ser quien era el Doctor le va perfecto. Cuando fue asesinado traía en su bolsillo del pantalón un soneto de Jorge Luis Borges (dicen que escrito de su puño y letra) que se titula “Aquí. Hoy”:

“Ya somos el olvido que seremos.

El polvo elemental que nos ignora

y que fue el rojo Adán y que es ahora todos los hombres,

y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas del principio y el término.

La caja, la obscena corrupción y la mortaja,

los triunfos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra al mágico sonido de su  nombre.

Pienso con esperanza en aquel hombre que no sabrá que fui sobre la tierra.

Bajo el indiferente azul del cielo,

esta meditación es un consuelo.”

2 comentarios

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Muy buen libro y mas leerlo contigo!! Sigue invitando a gente a compartir el placer de la lectura
Pd. Recomienda un libro para leer jajajaja

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