La silla ausente

Hace poco recordé las primeras veces que coloqué una ofrenda de muertos en mi casa, es una de mis tradiciones favoritas. En ese entonces pensaba que no tenía muertos cercanos y me presté algunos.

Ahora, tengo muertos propios. Más bien me di cuenta que si tenía, solo que no los conocía o no los descubrí cercanos hasta hace algunos meses que empecé a escribir sobre algunos personajes de mis antepasados. 

Alejandro Palomas en su libro “Una madre,” menciona la tradición que la familia protagonista tiene de colocar una silla ausente, una silla que forma parte de las reuniones importantes. Se coloca el servicio que será ocupada por la o las personas ausentes de la familia.

¿A quién sentarías tú en la silla ausente?

Yo sentaría a mis bisabuelas, necesito escuchar sus voces y entender sus amores, miedos, rencores. Les preguntaría que las llevo a tomas sus decisiones, escapar, conocerlas como madres. 

Sentaría a los hombres de mi linaje porque no los conocí ni siquiera un poco. Buscaría las respuestas a las preguntas que mis padres aún les tienen y a alguna que otra mía.

Sentaría al quien fue el amor platónico de mi adolescencia, para preguntarle porqué se fue, que hubiera querido hacer con su vida, cuales eran sus planes, que pasó por su mente en sus últimos momentos.

Sentaría a mi querida Soco, para platicar como lo hacíamos cuando nos dábamos el tiempo de irnos a desayunar, saber que pensó en sus días finales, como afrontó un cáncer tan repentino, que la llevo a decidir irse tan rápido.

Sentaría a mi suegra, para darle las gracias por el hombre tan maravilloso al que dio vida. También le haría muchas preguntas que no me atrevo a hacer porque no son mías, pero en ese momento aprovecharía para resolverlas para dárselas a ese niño de 9 años que dejo, y que mis hijos tengan algún mensaje de su abuela.

En las próximas festividades colocaré una silla ausente por todas esas personas que hoy no están conmigo, pues se han adelantado. Esperaré que las respuestas lleguen de alguna manera, en un sueño, en una señal. 

Agradeceré porque las otras sillas están ocupadas con las personas que amo, llenas de vida, de alegría, de sueños y planes por cumplir. Esos días llenaré las copas para brindar por los presentes y los ausentes.

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