Tonatzin

Recuerdo las noches del 11 de diciembre con nostalgia, esperar las mañanitas para ver el concierto que muchos cantantes preparaban ese día. Días antes mi papá nos llevaba a peregrinar hacia la Basílica en agradecimiento a la Virgen por un año de trabajo y bienestar dentro de la familia. Durante los días anteriores, el tráfico que provocaban las peregrinaciones hacía de nuestros trayectos diarios una odisea.

Al pasar los años, las peregrinaciones se volvieron cada vez más tumultuosas, vivir en la zona es una batalla campal con quienes acampan para llegar a ver a la Virgen, me rebasaba el coraje de ver a los peregrinos postrados fuera de mi casa, haciendo desmanes, emborrachándose hasta la madrugada, teniendo sexo en sus camiones, defecando en las puertas de mis vecinos. Todo aquél que vive en la periferia, lo padece y sabe de que estoy hablando. Pero eso, evidentemente no forma parte de mis agradables memorias Guadalupanas.

Mis recuerdos van, desde que mi mamá nos enseño a persignarnos al cruzar la calzada de Guadalupe en dirección hacia ella. Aún cuando paso por ahí, lo hago. Es una costumbre fuerte de olvidar. Forma parte de mi educación ser Guadalupana, mi hermana es Lupita, así que siempre el 12 de diciembre hay festejo familiar. Era tradición ir a ver a la Virgen en días cercanos o prender una vela en casa en gratitud. Hoy a la distancia lo hago.

Cuestiono el milagro de la imagen en la tilma, también sé que utilizaron a la virgen como parte de la evangelización conquistadora, pero no cuestiono la fe que se le ha depositado, ella es la Virgen de mi familia. Virgen que con su manto azul cubre a sus mexicanos, a sus indios. Virgen que hace milagros, que levantó una Basílica en su honor. Virgen que protege a los míos cuando lo he solicitado. En mi casa no es cuestión de religión el ser Guadalupano, es cuestión de fe, fe que me hace voltear a ver a la “jechu” en la columna que ocupa en mi casa. 

Virgen que acompaña a mi hija en su viaje, su estampita es lo último que le di cuando se fue a Oak Park, sé que la cuida y la regresará a casa sana y salva. Virgen que llamó cuando medito, para la sanación de alguien en específico. Virgen que me acompañó en la primera cita con mi esposo. 

Así que, si por alguna razón necesitas algo especial, no dudes de ella; siempre estará pendiente, cubierta con estrellas, el ángel y la luna a sus pies, mirando con ternura a su indio, Juan Diego. 

1 comentario

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Que bonito Myr!! Como bien dices la Fe está donde la depositamos y la Virgen de Guadalupe es la gran patrona de nuestro México, seamos católicos o no.

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