Reflexiones invernales

Día 1.
Buscando lo perdido

Tomé las tijeras. Corté el borde de la bolsa. Grité al sentir el pellizco que dejó un punto morado en mi dedo anular derecho. El meñique y el corazón ya tenían su propia mancha, pequeños lunares oscuros que junto a la nueva crearon una tríada. Observarlos me brindaban calma. Al unirlos formaban una línea ascendente que aparecía brillante en mi mente: a veces dorada, a veces negra, otras roja o morada. Una mañana, recién iniciado el invierno, no encontré mi mancha de sangre ¿dónde la perdí? Mi piel la expulsó como a una extraña. Pensé en ella cuando tu voz al otro lado del teléfono avisó que él dejó de existir. En un instante todo desaparece. Cambia. Es borrado.

Día 2.
Cenizas en el cielo

Me quebré al caminar contigo tras la caja.
Me quebré al ver sus piernas delgadas sobre la fría placa de metal.
Me quebré cuando vi tus lágrimas y escuché tu llanto al dejarlo en el crematorio.
Me quebré al ver chispas de fuego ascendentes brillar en la noche oscura.
Me quebré, porque en poco tiempo, lo que quedaba de él se consumió.
Me quebré, pero sé que sigue vivo en ti —su hijo—, en sus nietos, y en la memoria.

Día 3.
Dos maletas

Su vida cupo en dos maletas
Usted no dejó deudas pendientes
Ni cosas que lamentar
Se fue en el momento justo
No antes para causar sorpresas
No después para causar hartazgo
Se fue en el momento justo
Para despedirse de los que amaba
Para enseñar sobre la fragilidad de la vida
Pero al final,

se fue


Día 8.
Para calmar cascadas

dije estar tranquila. de verdad lo creí. pero no podía levantarme por la mañana. una sombra. exhausta. la que por todo llora no lloró. perdí mi voz. yo. la automata. lento. muy lento. todo pasa. sin comprender. sin experiencia previa para acompañar a otro en duelo. solo mis brazos volaron. para calmar cascadas. aminorar la pérdida. el dolor. la angustia. recuperar la calma. y el sueño.

Día 12.
Desplazando el silencio

Espacios en blanco
Memorias perdidas
Páginas vacías
Sin frases o imágenes mías

Perdida
Olvidada
Sin sentido
No existo

Las palabras se escapan
Busco las adecuadas pero
Huyen despavoridas
Silencios, silencios

  

Silencios


Día 21.
Un extraño ruido

Algo extraño me pasa
Veo a la gente sin máscara
Toda la fealdad que habita en ellas
Brilla como faro a la distancia
Me desconecto…
Para protegerme y no quedar cegada

Algo extraño me pasa
Veo la bondad y el amor
En el vendedor de periódicos
En mis padres, amigos, en casa
En niños, pájaros, mascotas
Con ansia quiero grabarlos en mi memoria

Algo extraño me pasa
Veo mis manos y encuentro
Heridas, arrugas, manchas
Abrazos, caricias, tristezas
personas, animales, palabras
Una vida, que se escapa


Día 30.
Encontrando lo que no perdí

Estoy dentro y fuera al mismo tiempo. En mi interior se agolpan imágenes, de seres y objetos que viven fuera de mí. Las palabras que me habitan no encuentran la salida, pues extravíe la puerta de regreso. Me siento perdida, desconectada, anestesiada. Desconozco la razón de este letargo. Una luz. Una certeza. Ahora sé que tengo dos vidas. Pues vivo dentro y fuera al mismo tiempo.


7 comentarios

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Que impresion me causa el ver de que manera puedes describir los momentos los hechos y los sucesos desde lo profundo del corazon. Tq.

Que impresión Renata, es increíble cómo transportan tus escritos, al leer más que eso, se viven!
Muchas felicidades y gracias por compartir tus escritos

Señorita Renata, usted no me conoce y desafortunadamente ni yo a usted, por azar me encontré sus escritos de reflexiónes invernales, me gustaron mucho, ¿Donde aprendió ¿Es inato? O está en cursos. Que envidia le tengo, (de la buena)
Felicidades

Hola Rafael, mucho gusto conocerlo por aquí. Muchas gracias por sus palabras. Este escrito lo escribí porque murió mi suegro el 31 de diciembre del año pasado. Escribir me ayuda a hacer sentido a lo que me sucede. No se si es innato, tal vez una parte, pero creo que aprendí desde pequeña porque amo leer. En la pandemia inicié con la práctica de escribir de manera más formal junto con las mujeres en este blog. Tomamos una clase semanal por zoom con Omar Rivera Montero, un escritor que vive en León, Gto. El año pasado tomé una clase semanal (también por zoom) con una amiga, Cynthia Morales, del Circo y la Bruma. Ahora los sábados asisto por la mañana con Omar a tomar café y compartir con otros escritores lo que escribimos. Muchas gracias por leerme. Un abrazo a la distancia.

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