El verano en el que habito

Después de la primavera viene el verano y, cuando los árboles se tornan de colores cálidos, se anuncia el otoño para ser seguido del invierno, con sus días cortos y noches largas. Ciclos inmutables pero constantes como mi vida, que va cambiando como las estaciones, llenándose de instantes de luz y sombra.

Hoy me encuentro en el verano de mi vida, un verano tardío, pues sé que poco a poco me voy encaminando hacia el otoño. Cuarenta y siete años han pasado y aún veo cercana la primavera. Con el transcurrir del tiempo me doy cuenta de que mi niñez fue buena: vivida en un mundo de fantasía, donde la imaginación y la magia llenaron mis días. Encuentro nostalgia en los recuerdos que aún me quedan de esa etapa, mas no quisiera volver a cuando era el viento quien me llevaba, pues necesitaba que los demás me cuidaran.

El verano llegó con la adolescencia, llenándome de inseguridades por no saber quién era o qué sería de mí en un futuro. Cálidos recuerdos mezclados con un sabor amargo por las desilusiones vividas: descubrir los defectos de mis padres, convirtiéndolos en personas reales y no en héroes; dejar novios y amigas por el camino; darle importancia a tonterías que ahora sé que eran nimiedades. Fue una época en que la risa fluía a toda hora, donde pensaba con el corazón y no cabía la razón, de alegrías y emociones intensas como el fuego, de aventuras y de sueños.

Pasaron los años y este verano, que va hacia el ocaso, llegó con la madurez que solo se alcanza tras vivir plenamente las etapas anteriores y de curar las huellas del pasado. En este punto se manifiesta la realidad de elecciones pasadas, y se sufre por lo que pudo ser y no fue. Ahora me encuentro en un momento revelador después de examinar obsesivamente mi vida, cuestionando si llegué a ser y no a tener; si acumulé más cualidades que defectos; si logré encontrarme a mí misma o me perdí en el camino; si mi vida ha sido útil y valiosa; si ya encontré mi propósito y lugar en el mundo.

Hoy, soy más feliz que cuando era más joven, pues sé quién soy y qué me gusta; es menos lo que deseo y más lo que agradezco. Disfruto de las cosas simples de la vida, me río a carcajadas o lloro cuando quiero; me quedo con las personas que importan y me vale un carajo lo que opinen los demás… Me dedico a amar, servir y vivir. Hoy, sé que a pesar de todas las dificultades que se presentan, la vida es buena pues me permite volver a vivir otra primavera y un verano joven con mis hijos. Con paciencia espero a la siguiente generación que me dará otra oportunidad de volver a visitar las estaciones pasadas de la vida, mientras escucho un dulce canto diario en el centro de mi existir.

14 comentarios

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Hola Reni :
Siempre he admirado la forma en la escribes, tienes un don para plasmar y transmitir.
Gracias por ser parte de mi vida !!
Te quiero muchísimo!!

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