Rosalba y Cecilia Tercera parte

Me gradué de prepa, Rosalba no asistió. Comencé la carrera en psicología en la universidad del estado, dejé la casa de mis abuelos. Aunque no se lo pedí Rosalba me transfería dinero mensualmente, supongo era su manera de recordarme su existencia, yo sabía que ella no quería saber de la mía, así que no le llamaba, ni mandaba mensajes. La última vez que la ví fue en el funeral del abuelo hace cinco años. Visito a mi abuela cuando se que ella no va a estar, después de la muerte del abuelo Rosalba la visita cada semana. Cada que la veo mi abuela me pregunta con tono de mortificación: “¿Cuándo vas a hacer las pases con tu madre?” Le respondo siempre: “Abuela no tengo mamá, tu me lo decías cuando era el festival del 10 de mayo en la escuela. ¿No te acuerdas?.”

En la universidad conocí a Memo nos hicimos novios. Un domingo me invitó a comer a su casa, ese día supe lo que era una “familia normal”con mamá, papá, una hermana y un hermano. Lety, su mamá me recibió con un abrazo que me hizo sentir incómoda. Me sorprendió la manera bulliciosa y cariñosa en la que interactuaban. Don Memo bromeaba con sus hijos e hija, también me tocó que me echara carrilla. Lety me defendió diciendo : “¡Ya Memo, déjala en paz! Se va a asustar y no va a querer regresar.” Regresé a esa casa muchas veces, hoy es un lugar que puedo llamar hogar.

El sonido del teléfono me regresa al presente: una de las encargadas de sucursal tuvo un accidente en pleno 10 de Mayo,  el gerente sabe que yo no festejo este día me pidió de favor que fuera a ver como estaba y que coordine el traslado a urgencias. Estacioné el carro lo más cerca que pude, tengo que caminar un par de cuadras, camino de prisa, esquivo a la gente, el centro está a reventar. De pronto la veo, es ella. Tardo en reconocerla, su silueta es diferente, me doy cuenta de que está embarazada. Siento una punzada en el corazón. Su mirada se cruza con la mía, aminoro el paso, abro los labios para saludarla. Ella pasa de largo.

El movimiento en mi vientre me saca de mis recuerdos, me avisa que en veinte minutos es mi cita mensual con el ginecólogo. Pido la cuenta y comienzo a caminar hacia el consultorio médico, solo a mí se me ocurre conocer el sexo del bebé en 10 de mayo. Este embarazo me sorprende desde el principio. Camino entre la gente, la veo, es Rosalba con su porte altivo. No quiero hablarle ni que se de cuenta de que estoy embarazada. Paso a su lado, noto que para, quiere decir algo. La veo brevemente como a una figura más en la multitud que festeja la bendición de ser y tener mamá.

Fin.

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