Ima wa ima. Ahora es ahora.
En medio de un mundo postpandémico y agobiante ver Perfect days es una meditación de dos horas, un cine totalmente poético que hace mucho no disfrutaba.
Descubrimos entre buena música y excelente fotografía la vida de Hirayama, un hombre de mediana edad que limpia sanitarios en el suburbio de Shibuya en Tokio. Entre sueños y momentos del día nos muestra un poco de su historia, de un pasado que no le pesa y un futuro que tampoco le estresa.
Wim Wenders, director alemán que nos regaló una de las mejores películas de todos los tiempos “Las Alas del Deseo” y su secuela “Tan Lejos tan Cerca”, vuelve a llevarnos a un viaje interno de emociones, nos permite revalorar el momento presente sin pretender darnos una lección de vida, ni un mensaje de superación personal.
Retrata literalmente, en esta película una vida plena, sin pretención. Hirayama vive metódicamente una rutina diaria y semanal. En un ejemplo de perfección honra su trabajo y disfruta de momentos únicos durante sus descansos. Aprecia el amanecer, el cuidado meticuloso de sus plantas y su bigote. Bebe su café por las mañanas, comparte el día con su joven y muy inexperto compañero de trabajo. Conecta con las personas que lo rodean de manera empática, goza de su comida al término de su jornada, descubre autores en su ritual de lectura nocturna. Rememora con felicidad su día y guarda celosamete los momentos mágicos que se regala con su cámara analógica.
Durante este viaje podemos valorar la belleza de la naturaleza, deleitarnos de un soundtrack de rock setentero que acompaña la historia y estado emocional de Hirayama. Es una película que no tiene conflicto, ni drama, es lenta pero divertida, lineal pero con un par de saltos en los personajes que nos llevan a conocer un poco más de la historia del protagonista.
Puede ser que no cuente nada, pero la genialidad con la que el fotógrafo Franz Lustig nos ayuda a ver el mundo a través de los ojos de Hirayama, nos orilla a un momento de reflexión para redefinir la rutina reconociendo las luces y sombras que nos brinda la vida en sí.
Después de ver esta belleza que nos regala Wenders y Kôji Yakusho con su genial actuación; me daré la oportunidad de disfrutar más del ocio, de la soledad, de la lectura, de encontrar la paz en momentos cotidianos, de alejarme un poco de la tecnología y vivir en el momento presente.
Por cierto la escena final acompañada de Feeling good de Nina Simone es el perfecto cierre a su perfecto día.
2 comentarios
Añade el tuyo →Gracias Myriam por la reseña una poesía de película. Me encantó el personaje , la música y la fotografía. El día a día disfrutando. Para pararnos de las prisas y disfrutar el presente. Me encanta Win Wenders
Maris, una belleza de película; gracias por la recomendación Ü