De ladrón a invitado

5 diciembre 2021

Me pongo a pensar en la cadena de eventos que se desatan a partir de un contagio. Mi hijo salió positivo de COVID justo cuando su escuela llevaba dos días impartiendo la modalidad presencial, por primera vez en casi dos años. En ese tiempo nosotros no nos habíamos enfermado, el Coronavirus era historia de otras casas, de otras familias; muchas con final feliz pero otras tantas con desenlácense llenos de tristeza y frustración.


Ahora tocó que entrara a nuestra casa, digo “tocó” pero realmente entró como ladrón sigiloso, a hurtadillas y provocando pequeños malestares en mi hijo. El día que lo regresaron de la escuela fue como si al ladronzuelo se le cayera un jarrón y entonces el ruido hiciera que todos nos diéramos cuenta de su presencia: PRUEBA POSITIVA decía el papel y también los mocos, la tos y el ardor de ojos.


Todas las torretas se encendieron y comenzamos a tomar cartas en el asunto, antes que nada que “no panda el cúnico”. ¿Qué hacer primero? Avisar a la escuela y a toda la gente con la que estuvimos en contacto. Inmediatamente después de notificarlos, el colegio informó a los padres de familia del salón de tercero de secundaria. El chat colapsó, nadie esperaba que tan pronto sucediera esto, tendemos a tener fe y confiar nuestras frágiles rutinas a los tentáculos del azar.  Inevitablemente los pininos a la “normalidad” se veían truncados.

Yo como espía, con gabardina y sombrero, sólo asomaba los ojos al chat para leer los mensajes, sin escribir nada. ¿Qué hubiera escrito? Todas estaban en su derecho de expresar molestia a la situación. Hoy tocó que mi hijo fuera el causante del estrés colectivo; bueno él no, sino el pillo que entró a mi casa y que también se escabulló a los chats y a la mente de los papás, contagiando nerviosismo e incertidumbre.

Me da pena, sin tener motivos, de ser nosotros los causantes de todos estos hechos desafortunados. Mi hijo menor también salió positivo y pues ahora eran dos salones de secundaria los que se despedían de sus actividades presenciales. 

El virus fue más astuto esta vez. Ni caso tiene hacer un recuento de dónde se pudo haber producido el contagio, lo único que queda claro una vez más es que llegó para quedarse y debemos aceptar que de una u otra manera la vida sigue y las medidas de higiene también.

Creo que las vacunas han sido un gran aliado para combatir al intruso. Han funcionado como alarmas instaladas en cada rincón de la casa que se detonan al mínimo movimiento.
Y, aunque el ladrón sigiloso se instaló en mi hogar y en la vida escolar de primero y tercero de secundaria, ha llegado en armonía y paz. Creo que hasta apareció para demostrarme de primera mano que si está en el mundo es para desarrollar la empatía y la reciprocidad. No hemos dejado de recibir muestras de cariño de amigos, familia y conocidos. 
Espero pronto estar despidiendo a esta visita incómoda, si lo sé al principio lo llamé ladrón pero cambió de “ladrón” a “visita” porque no se llevará nada que yo no le regale y  lo único que dejaré que se lleve son mocos, tos y dolores de cuerpo. Además de algunos días de cenas y eventos que teníamos agendados, de ahí en fuera nada más se llevará. Se irá vestido con un saco color esmeralda y en sus manitas un ramo de armonía, amor y tranquilidad. 

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Que lindo es reconocer que a cada enfermedad o problema en la vida, siempre podremos ser capaces de reconocer grandes valores como ustedes lo hicieron: “las muestras de cariño de amigos, familia y conocidos”…” la armonía , el amor y la tranquilidad en familia “ .

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