Tercera llamada

El fin del verano está cerca, la lluvia nocturna da paso a una ligera bruma que invade el jardín. Espero que el clima mejore, no me gustaría verme en la penosa necesidad de cancelar, por cuestiones climatológicas, la tan esperada función del Gran Circo de Lulú.

Por cierto, soy Lulú, fundadora, directora, productora y maestra de ceremonias del mejor circo de la ciudad.

El último sábado antes de regresar a clases, en punto de las cinco de la tarde se presenta la única función de este maravilloso espectáculo, el público espera ansioso todo el verano, las localidades se agotaron en una hora. No los puedo defraudar.

Durante semanas esta compañía preparó el espectáculo y ensayó arduamente. El Gran Circo de Lulú cuenta con artistas reconocidos mundialmente: Tito y Tita los hermanos acróbatas, Lalo el valiente domador y Nina su hermosa perrita color miel, Rufo el gracioso payaso y hábil malabarista, Paty la misteriosa hechicera con sus actos de magia y escapismo y yo, Lulú, su maestra de ceremonias.

Son las once de la mañana, la bruma ha desaparecido, y el sol brilla. Tita, Tito, Lalo, Paty y Rufo llegan cargados con sillas y sábanas, comenzamos a instalar la carpa, Papá trae la bocina y micrófono que le prestó Pepo el DJ del barrio.

Lalo grita desesperado: ¡Nina! ¡Ninaaaaaa! ¡Niiiiina! ¿Alguien ha visto a Nina? Nuestra artista estelar ha desaparecido. La buscamos por todos lados, Don Rubén llega con ella en brazos, la muy traviesa perseguía ardillas en el jardín del vecino.

Tenemos un problema de vestuario, Tita y Tito olvidaron sus trajes en casa, su mamá está trabajando, manda los trajes con Luis el taxista. Paty tiene un ataque de alergia y no deja de estornudar, por suerte su papá le dejo una reserva de antihistamínicos en su mochila, Rufo olvidó sus chistes y tiene pánico escénico, mi hermana Tere lo toma de las manos y lo invita a respirar profundamente para que se tranquilice. Mamá llega con bolsas de palomitas de maíz y vasos con limonada. Son las cuatro y media de la tarde, el público empieza a llegar, por suerte no pueden ver el desastre que hay tras bambalinas. Es demasiado estrés para mí, soy una niña madura para mi edad lo dice todo mundo pero tengo diez años.

Son las cuatro con cincuenta y nueve minutos, todo está listo: Nina luce hermosa, Tita y Tito brillan con sus trajes de lentejuela, Paty deja de estornudar, Rufo recuerda todos sus chistes, el público está en sus asientos, todos aplauden, salgo al escenario con mi sombrero de copa y grito: ¡Tercera llamada! ¡Tercera llamada! ¡Damas y caballeros! ¡Niñas y niños! ¡Bienvenidos al único, al inigualable, Gran Circo de Lulú!

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