Vidas diferentes

Damián se da cuenta que la hernia de su estómago cada vez le duele más, el día de ayer se quedo sin trabajo, le dijeron que la planta va a cerrar porque ya no hay pedidos que permitan sostener la plantilla de obreros. Lo liquidaron con mil quinientos pesos, que le va a dar como chivo a Hortensia. No quiere ir a su casa. Se va a la clínica, pero no lo reciben porque su baja del seguro ya la tenían preparada desde la mañana. El dolor que tiene es insoportable. Piensa en ir con el doctor de por su casa, prefiere comprarse un Tonayan para ver si se le quita el dolor. Llega a casa, Hortensia recibe ochocientos pesos, un par de bofetadas además de la dosis de amor extra que no le pidió.

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Liz tiene unos meses que anda muy rara, pasa mucho tiempo fuera de su casa porque no quiere ver a Raúl. Tomó el curso de uñas con su amiga de la escuela para poder auto-emplearse. Hoy, en la mañana descubrió otro moretón en sus piernas. Siente las punzadas en su vientre. Tiene cólicos y dolor de cabeza. Se levanta despacio, logra llegar al baño, de sus piernas chorrea sangre, su reflejo en el espejo la sorprende. ¿Por qué su mamá no le cree? Raúl siempre logra entrar a su cuarto en las noches, su hermano le susurra que esa es la manera en que la protege, nadie más la puede tocar. Lo único que le quita el dolor es saber que las uñas que limó quedaron marcadas en la cara de Raúl.

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Samuel y Mariana son novios desde hace dos años. Él la lleva a la universidad todos los días. No puede ir por ella, pero manda un Uber a las 2.00 pm puntualmente para que ella regrese a casa segura.
La familia de Mariana agradece los detalles que tiene con ellos además de los regalos que Mariana recibe: flores, joyas, cartas, hoy una cena para celebrar su aniversario. A ella le duele el estómago. No quiere cenar. Samuel preocupado por ella le exige que coma. Manotea sobre la mesa. Levanta la voz. Le pide perdón, la besa cuando ella finalmente termina el plato. La lleva a su casa. A Mariana le enseñaron a ser una niña educada y agradecida. Lo besa, en su mejilla cae una lágrima. Samuel cree que es de felicidad.

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Laura se casó con Lalo en la hacienda de sus abuelos. Una boda que planeo a detalle con su mamá. Lalo trabaja en la empresa de sus padres, no termino la carrera, aunque su suegro tenía planes para él desde que se comprometió con Laura. Ella es una mujer independiente, tiene un estudio de fotografía para mascotas. Lalo sale todos los jueves a cenar con sus amigos, regresa a media noche porque sabe que los viernes tiene que presentar los proyectos que su suegro le encarga. Laura hoy quiso comprar algunas cosas para su estudio. Su tarjeta no tiene fondos. Lalo no contestó su mensaje, tendrá que hablar con sus papás para un nuevo depósito, sin mencionar quién vació la cuenta. Tiene fe de que todo va a cambiar con el nuevo puesto que su papá le dará a Lalo.

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Luisa juega en el patio. Le encanta jugar con sus Barbies. Hoy su papá llegó más temprano, se da cuenta que Rosita esconde la maleta cuando baja de su recámara con unas toallas para fingir que estaba guardando la ropa. Su papá le da un beso, Luisa tiene miedo de esas venas rojas que saltan de sus ojos. No quiere que la toque. Rosita grita para que vayan a comer. Inicia el ruido una vez más. Los platos aventados. La comida en el piso. Rosita siente el dolor de nuevo en la quijada, esta vez sabe que será la última. Cuando Chuy se duerme en el sofá, Rosita baja con la maleta y las Barbies en una bolsa. Luisa corre con ella a la calle. La historia que se inventaron finalmente inicia hoy. Chuy se despierta, la comida sigue tirada. Grita sin saber que hoy no habrá quién le sirva la cena.

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Hortensia, Liz, Mariana, Laura, Luisa y Rosita: nombres diferentes, vidas diferentes, violencias diferentes.